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CONSEJOS

Protege tus articulaciones: evita la bursitis de la rodilla

Se trata de una de las lesiones más habituales entre los corredores de montaña, aunque si se diagnostica pronto podemos reducir mucho el tiempo de recuperación.

Así quedaron las rodillas de Sebastien Chaigneau tras su caida a la salida de la UTMB 2012
Así quedaron las rodillas de Sebastien Chaigneau tras su caida a la salida de la UTMB 2012
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Si las piernas es lo que más utiliza un corredor de montaña al realizar su actividad favorita, las articulaciones son una de las partes que más sufren, toda vez que son las encargadas de soportar todo el peso de los músculos y los huesos. Si a esto unimos las largas sesiones en la montaña, nos encontramos con que rodillas y tobillos son las grandes fuentes de lesiones para un trail runner.

Rodilla y bursitis

De entre todos los problemas que podemos sufrir en nuestras articulaciones, hoy hablaremos concretamente de la rodilla y la bursitis, un problema bastante común que, de no ser identificado y tratado a tiempo, puede conllevar semanas de recuperación y tratamiento hasta que podamos volver a disfrutar de correr por la montaña.

Para hablar de la bursitis, tenemos que conocer primer lo que son las bursas. Estas son unas bolsas que se encuentran entre las articulaciones y los huesos a los que están unidas. Dentro tienen un líquido sinovial que sirve para disipar la tensión que se produce cuando nos ejercitamos y así aliviar a tendones y huesos de esa presión.

Por su situación, la rodilla está rodeada de varias de esas bolsas o bursas, si bien en los corredores de montaña las dos que más posibilidades tienen de sufrir algún problema son las situadas en la parte anterior de la rótula y en la parte inferior, ya que son en la que más tensión se genera en el movimiento de correr.

Si cualquier corredor está expuesta a una posible bursitis, los corredores de montaña disponen de más posibilidades para sufrir una de estas lesiones, toda vez que en los descensos la presión sobre la rodilla aumenta considerablemente, así como los continuos cambios en la pendiente horizontal, que también ayudan a la aparición de la bursitis.

Inflamación y dolor en la rodilla

Cuando una de estas bursas se inflama, es cuando se produce la bursitis. Esto ocurre, por regla general, por la repetición en un movimiento, por lo que correr es un caldo de cultivo perfecto para esta lesión. A pesar de que el dolor comienza siendo leve, con el tiempo va aumentando y si no se identifica y trata adecuadamente, podría desembocar en un problema agudo o incluso crónico.

Entonces, ¿cómo identificar una posible bursitis en la rodilla? Su principal característica se produce cuando sentimos dolor al forzar la articulación en cuestión, en este caso la rodilla. Dependiendo del lugar del dolor, podremos saber cuál es la bursa afectada, si bien esto es trabajo del especialista médico.

Pero además del dolor, también podemos identificar el posible problema con la vista, ya que una vez que comienza el proceso de inflamación, la parte de la rodilla afectada comenzará a hincharse y a ponerse de color rojo, además de que al tacto comenzará a ser una fuente de dolor, cuya intensidad dependerá de la hinchazón.

Tratamiento de la bursitis

Si creemos que podemos sufrir una bursitis, lo primero que tenemos que hacer es cesar la actividad, ya que es la única forma de no empeorar la situación. Si no nos tomamos ese reposo, la inflamación seguirá creciendo y con ella los problemas físicos derivados de ella, dificultando su recuperación.

Como en toda inflamación, el primer tratamiento que le debemos dar a la zona afectada será la aplicación de hielo o de bolsas de gel frías, para que ayudar a que la inflamación sea cada vez menor. También se puede apostar por la toma de algún antiinflamatorio o analgésico si el dolor es agudo.

Si a pesar de que tras un periodo de reposo las molestias continúan y notamos que volvemos a sufrir una hinchazón en la zona, lo más adecuado es acudir al especialista, que será el que decida si se debe drenar la bolsa afectada y el mejor tratamiento, a base de vendajes e infiltraciones, hasta que nos hayamos recuperado.

Lo mejor es la prevención

Una vez recuperados (el tiempo dependerá del grado de la lesión), tendremos que seguir unas pautas para no volver a caer en la misma lesión. Una buena forma de descargar las articulaciones es con entrenamiento cruzado y utilizar la bicicleta y la natación, por ejemplo, para seguir entrenando sin impacto en las rodillas.


También se puede seguir un plan de fortalecimiento articular y muscular en el gimnasio, con ejercicios de propiocepción, levantamiento de peso, máquinas de fitness, así como otras disciplinas que nos pueden ayudar, como podría ser el caso de aqua jogging o el yoga, aunque hay muchas más al alcance de cualquier corredor de montaña. También asegúrate de realizar un buen calentamiento antes de la sesión y los estiramientos necesarios después. Asimismo, será importante descartar que la fuente de nuestra lesión haya sido el tipo de calzado que utilizamos.


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