Miles de veces en cada entrenamiento. Esta es la cantidad de repeticiones que realizamos de un mismo movimiento, el golpeo del pie contra el suelo. Como si las ruedas de un fórmula 1 se trataran, los pies son las gomas del corredor, la única superficie de nuestro cuerpo que está realmente en contacto con el suelo. Y dentro del pie, es la planta la que más trabajo pasa.
Es por ello por lo que el pie es una de las fuentes más frecuentes de lesión en el corredor de montaña. Dentro de las múltiples lesiones que podemos sufrir, hoy hablaremos de una de las más comunes, la fascitis plantar, una dolencia que afecta en la zona del talón y que puede llegar a imposibilitar incluso el poder andar con normalidad.
Justo en la zona trasera de la planta del pie contamos con una apneurosis. Esto no es más que un tipo de tendón que, al recibir miles de pequeños impactos de forma consecutiva, puede llegar a sufrir una inflamación. No es por causa de un golpe fuerte, sino de miles de ellos pequeños. Es justo cuando esto ocurre que podemos diagnosticar una fascitis plantar.
El dolor derivado de una fascitis plantar suele aparecer en la zona del talón, si bien se puede extender a otras zonas medias de la planta del pie, ya que es el lugar en el que la fascia del pie se entrelaza con los huesos, desplegándose hacia la zona delantera hasta alcanzar la zona de los dedos.
Por ser un problema relacionado con el uso intensivo de los pies, los corredores de montaña son un tipo de deportista que suelen sufrir este tipo de dolencias que incapacitan prácticamente para poder correr, por lo que el problema debe ser atajado con rapidez antes de que sus síntomas empeoren.
Los pacientes con fascitis plantar suelen sufrir un dolor agudo en la planta del pie que suele ser más agudo en las primeras horas del día, cuando la zona está más rígida. Levantarse de la cama y andar suele ser el momento en el que más dolor se siente, para ir suavizándose poco a poco a lo largo del día, pero sin llegar a desaparecer. Normalmente, el área con dolor suele estar más blanda al tacto, además de poder limitar la extensión de los dedos.
Prevención
Lo mejor para combatir este tipo de lesión es saber prevenirla, algo que se puede conseguir siguiendo una serie de consejos que van desde realizar estiramientos específicos en la planta del pie, no olvidarse de realizar un buen calentamiento, utilizar el calzado adecuado a las condiciones del trazado que vayamos a completar, usar plantillas o realizarnos un test de pisada que nos ayudará a saber qué tipo de calzado nos conviene más.
Tratamiento
Si el problema ya ha aparecido, el primer paso para solucionarlo es identificarlo en el menor tiempo posible, ya que en muchas ocasiones el problema mejora bastante con un tratamiento conservador e impide que se siga desarrollando. Por esta razón, es importante que el tratamiento inicial localice tanto los síntomas como los factores mecánicos que lo están ocasionando.
La terapia en una etapa inicial incluye la protección de la zona con una modificación de la actividad física, que conlleva un ejercicio que no suponga un gran impacto para el lugar dañado a la vez que evitamos otros ejercicios que nos causen dolor. Masajes de hielo, especialmente después de la actividad o al final del día son muy recomendables.
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