El snowrunning cada vez tiene más adeptos tanto dentro del panorama nacional como internacional. Una actividad, a priori sencilla, que la mayoría hemos practicado de forma espontánea incluso cuando éramos niños. Porque correr sobre nieve te genera una sensación diferente, y requiere de un material, técnica y gestión de la seguridad distintas, especialmente cuando aplicamos desniveles.
El snowrunning nació sencillamente corriendo por nieve y glaciares. De hecho, en muchos países nórdicos es la única manera de practicar running o trail en los meses de invierno, o te adaptas o literalmente no sales a la calle. De ahí, se ha ido convirtiendo en lo que es ahora, una extendida disciplina con campeonatos oficiales en buena parte del mundo.
Es cierto que en nuestro país prácticamente se ve reducido a las zonas de montaña. Así, las competiciones están lideradas por la Federación de Montaña (FEDME), que se hace vale de las estaciones de esquí y sus pistas para celebrar las diferentes pruebas con la seguridad necesaria.

¿Qué necesitamos?
Lo primero y más obvio es que la nieve resbala. Además, se transforma en diferentes formas como el hielo, el agua pasando por infinidad de formas y texturas. Por eso, en la mayoría de ocasiones necesitaremos de unos microcrampones para poder poder movernos con seguridad por ella, ya que será la forma en la que mejor podamos traccionar, impulsarnos y tener el tacto suficiente en las bajadas. Los hay de distintas marcas y con algún ligero cambio en los sistemas de ajuste, pero básicamente son unos cables unidos a una placa con diferentes puntas de distintos milímetros en la parte delantera y muy similar en la parte trasera de la zapatilla. Se unen a nuestro pie mediante un sistema de goma elástica y en algunos casos unas tiras de velcro para un mejor ajuste.
Por supuesto no podemos dejar de lado el calzado en los que los pondremos. El tipo de zapatilla va a depender mucho de la temperatura y del estado de la nieve donde vayamos a practicar la actividad. Es decir, si estamos en unas cotas altas y la temperatura es baja, necesitaremos un calzado con polaina y con membrana Gore-Tex para protegernos del frio externo. Lo mismo sucederá si la nieve se encuentra en un estado húmedo, por lo que la membrana será imprescindible para evitar que el agua helada nos afecte en los pies.
Respecto a los calcetines y ropa, siempre indicados para el frio, a poder ser en la primera capa una capa que nos mantenga calientes y secos, utilizando en la medida de lo posible el sistema de tres capas para aislarnos de las inclemencias.

Ponerse en marcha
Hay que recordar que la montaña nevada entraña unos riesgos propios que hay que conocer y evaluar. Las avalanchas de nieve o las caídas en agujeros por la rotura del manto son algunos de ellos y pueden tener consecuencias catastróficas. Por ese motivo, si no tienes la capacidad y experiencia para gestionar estos peligros, lo aconsejable es ir a terrenos conocidos o securizados, como una pista de esquí sin tránsito.
Es importante tomarse con tranquilidad las primeras tomas de contacto, siendo muy importantes ir cogiendo sensaciones en ellas. Un nuevo medio requiere una adaptación que a veces no es tan rápida como quisiéramos. En este sentido, la respiración puede ser un problema si no nos tapamos la boca con un tubular, pues el frio intenso podrá afectar de manera importante nuestro sistema respiratorio.
La técnica es muy importante, ya que hay que buscar la mayor tracción posible en todo momento. Hay que escoger de una manera muy efectiva donde poner cada pisada. Si no elegimos bien la zona, podremos resbalar, hundirnos en la nieve o simplemente irnos al suelo.
Las bajadas serán a priori el mayor de los problemas, donde un fallo en nuestra pisada acabará en el suelo cada en el 90% de las ocasiones, así pues, buenos crampones, buscar tracción serán de nuevo nuestros mejores aliados.
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