La competición es toda una filosofía de vida. Cuanto mayor nivel alcanza un deportista, más historias arrastra de sacrificios, esfuerzo, superación personal, ambición y dedicación. Lo hemos visto en todos los deportes y con gran notoriedad en el trail running, en el que además buena parte de las estrellas compagina su trabajo deportiv con otros quehaceres laborales.
Pero esta presión no es exclusiva de la élite, también la sentimos los corredores populares y, en ocasiones, no nos hace ningún bien. Por ello, hemos querido reflexionar y compartir 7 conclusiones que nos ayuden a disfrutar de este adictivo gesto de colgarnos el dorsal.
- Afina con los objetivos. Siempre hemos de tener claro lo que nosotros queremos conseguir, pero también lo que podemos en función de nuestro momento deportivo. Esto es algo que vale tanto para los que luchan por vencer como para los que lo hacen por terminar el recorrido. Es recomendable dejar de mirar tanto las posiciones en carrera, ya sea la general o nuestra categoría, para priorizar los tiempos.
- Constancia y compromiso: Cuando decidimos dedicarnos a las competiciones hemos de ser sinceros con nosotros mismos, hurgar en nuestro interior y estar seguros de lo que estamos dispuestos a invertir en ello. No basta con ser constantes en los entrenamientos: las competiciones exigen un extra de dedicación y compromiso, un cambio de mentalidad y posiblemente de hábitos en el día a día.
- Cuanto más nivel, más presión. La mejora de nivel deportivo suele llevar una mayor exigencia tanto propia como del propio entorno, ya sea de amigos y familiares o también de patrocinadores, medios o público en general. Aunque no lo parezca, es un tema delicado pues una victoria o una derrota se pueden magnificar de tal forma que llegan incluso a ser dolorosas. No son pocos los deportistas que han acabado renunciando a su pasión por este motivo.
- Capacidad de renuncia. Buscar el máximo rendimiento puede implicar también evitar algunas cosas que nos gustan y nos llenan. Es normal pero también hay que saber cuándo parar. Una primera alerta es si en plena competición nos viene a la cabeza la temida pregunta: «¿Qué hago yo aquí?».
- Guarda un equilibrio vital. La competición es importante, pero seguramente también lo son otros aspectos de tu vida. En función de esta esta escala de prioridades, debemos diseñar nuestro plan de entrenamiento. Si lo hacemos de una manera desequilibrada, ya sea por exceso o por defecto, será muy difícil que podamos mantenerlo en momentos de duda o cambios.
- Más calidad que cantidad. Si algo hemos aprendido con la evolución de este deporte, es que para mejorar no todo consiste en salir a correr a la montaña cuantas más horas mejor. En muchas ocasiones, podemos mejorar nuestra preparación si incluimos sesiones de velocidad y también de fuerza. En menos tiempo, conseguiremos mayores resultados.
- Hay vida más allá. El deporte, incluido el alto nivel, no consiste solamente en entrenar cada vez más para competir mejor. Descansar y encontrar vías de escape forman parte también de esta dedicación. Son estrategias fundamentales si no queremos «quemarnos antes de tiempo».
