Todos sentimos ciertos nervios antes de una competición. Habitualmente, son proporcionales a la importancia que le demos a la cita dentro de nuestro calendario. En muchas ocasiones, especialmente si nos estamos iniciando, no sabemos qué hacer durante en las horas previas a la salida, e incluso en el día de antes.
Queremos que la carrera empiece ya y el tiempo pasa lento, aumentando la sensación de tensión y desasosiego. Por ello, vamos a ver algunas acciones concretas que podemos hacer para encarar esos momentos de la mejor manera posible.
La víspera
A nivel de entrenamiento, es bueno realizar una sesión muy suave de entrenamiento, como andar rápido o trotar muy suave durante 45 minutos o 1 hora. También realizar una sesión de estiramientos y relajación a continuación.
Respeto a la comida, hemos de realizar una buena cena a base de hidratos de carbono e intentar irnos a dormir con la digestión completa. Nos puede parecer que tenemos mucho sueño después de cenar, pero es habitual en estos casos despertarse al cabo de un par de horas. Si eso ocurre, con la tensión por la carrera, es posible que ya no podamos conciliar el sueño lo que nos generará ansiedad. Recuerda que el proceso de hidratación empieza en los días anteriores, en los que iremos cargando nuestras reservas.
El día de la competición
Si el horario y el desplazamiento hasta la salida nos lo permite, es recomendable levantarse con un margen de unas 3 horas antes de empezar a correr. Así nos dará tiempo a desayunar tranquilamente y realizar la digestión. Obviamente, no haremos experimentos gastronómicos, sino que comeremos lo que estamos habituados a comer y sabemos que nos sienta bien.
Hay que mirar al cielo antes de vestirse. Si bien habremos analizado la meteorología en los días previos, una vez sobre el terreno constataremos si hay cambios con la previsión para afinar con la ropa. Siempre es mejor tener un poco de frio justo antes de salir, pues entraremos en calor con el esfuerzo. No hay que obviar que en la montaña los cambios de tiempos son más bruscos, por lo que habrá que considerar llevar otras capas de protección encima.
Empezaremos a calentar unos 45 minutos antes. Esto no quiere decir que debamos estar corriendo todo este tiempo, se trata de hacer un calentamiento progresivo empezando lentamente, trotando suave, para ir incrementando el ritmo. Descansaremos y realizaremos varios sprints casi al máximo, estimulando nuestro corazón para que esté preparado para el esfuerzo que le vamos a exigir. Hay que romper a sudar antes de comenzar.
Es bueno crearse una rutina de ejercicios de calentamiento que vayamos interiorizando hasta que nos salga de una forma automática. Durante el calentamiento no debemos descuidar la hidratación. Si no lo hacemos, entre el calentamiento y los nervios, es posible que salgamos con la boca seca y con sensación de sed.
A nivel mental, es un buen momento para recordar cuál es nuestra estrategia general, lo que queremos conseguir en esa carrera y cuáles son las metas parciales que nos hemos marcado. Así, cuando empiece la carrera nos centraremos en cumplir con el guion marcado. Es cierto que en muchas ocasiones no ocurre lo que teníamos previsto, así que es importante saber ser flexible y redefinir los objetivos sobre la marcha. Es importante cómo se empieza, pero sobre todo cómo se termina.
Otro aspecto a tener en cuenta es la comprobación del equipo. En primer lugar, hay cerciorarse de que contamos con todo el material obligatorio que exige la carrera. Luego iremos a los pequeños (pero cruciales) detalles como, por ejemplo, que las zapatillas estén bien abrochadas, los calcetines sin arrugas, que el sistema de hidratación funciona correctamente, que llevamos comida suficiente…
Hay un momento especialmente clave, el que va desde el final del calentamiento hasta el pistoletazo de salida. La formación de la parrilla de salida, la bienvenida del speaker, las autoridades cortando la cinta… Un tiempo suficientemente largo para que nos asolen las dudas. Para contrarrestarlas, no hay mejor herramienta que valorar lo que estamos haciendo y todo el camino que nos ha llevado hasta allí.
Con las esperas, puede que salgamos y tengamos una desagradable sensación de ahogo y de dolor en las piernas porque nos hemos enfriado un poco. Deberemos estar preparados para este momento y saber que pasará en cuestión de minutos, cuando nuestro cuerpo se acostumbre al ritmo. En el momento en que comenzamos a sudar, nos iremos encontrando mejor.
