Salvo lesión o accidente, todos podemos llegar a cruzar la meta. Sea corriendo, andando o a rastras, está en nuestras manos. Tardaremos más o menos horas, maldeciremos, lloraremos, pero lo conseguiremos. Eso sí, superaremos la prueba sólo si nuestra cabeza está lo suficientemente bien amueblada como para aguantar los momentos duros que vengan.
En carreras tan largas da tiempo para muchísimas cosas, momentos buenos y malos, y es necesario saber adaptarse a las circunstancias. Tan importante como el estado físico es saber gestionar un ultratrail. Pero no sólo las incidencias, también la gestión de uno mismo. Gestionar kilómetros, fatiga y sensaciones. Incluso administrar los momentos de euforia, esos en los que te sientes el amo de los caminos y crees que todo lo vas terminar en unas pocas horas. Lo repito una vez más, gestionar.
En mi caso, uno de mis puntos débiles es la cabeza. A pesar de que la tengo dura, en los momentos complicados el coco no responde como debiera. Cuando me asaltan las típicas preguntas de «¿Qué estoy haciendo aquí? ¿Por qué me meto en estas cosas? ¿Todavía tengo cincuenta kilómetros por delante?» me cuesta mucho venirme arriba. Pienso mucho en esos momentos, y nunca cosas buenas. Otro detalle, esto me sucede siempre en la primera mitad de carrera. Como si la barrera psicológica del ecuador fuera un muro y, una vez que lo saltas, todo fuera más fácil.
Llegar al punto en que los kilómetros que faltan son menos que los recorridos. De hecho he abandonado dos carreras por este motivo, la Zegama del año pasado y el Sables del 2009, y en ambos casos no había disputado ni la cuarta parte del recorrido. En las dos, igualmente, después de haberlas preparado a conciencia, ni siquiera tenía ganas de tomar la salida cuando llegó el gran día.
Este año es distinto. No quiero dejar nada al azar y, al igual que entreno todos los días, también prepararé la mente. A partir de este mes comenzaré con una psicóloga unas sesiones de coaching deportivo para optimizar el rendimiento con dos objetivos principales: afrontar las situaciones complicadas que se producen en una carrera y mantener el nivel de motivación en los entrenamientos cuando la cabeza está en otro sitio.
