El descanso forma parte de cualquier buen plan de entrenamiento. Sin descanso, todo lo que hagamos no valdrá para nada porque, tarde o temprano, nuestro cuerpo alcanzará un límite en el que no podrá seguir mejorando y, por el contrario, será contraproducente y poco a poco bajaremos nuestro rendimiento.
Por ello, muchos planes de entrenamiento dejan reservado uno de los días al descanso, como mínimo. Pero claro, hay que dejar claro que descanso no significa no hacer absolutamente nada. Y es que el día de descanso hay muchas cosas que podemos hacer para apuntalar todo el trabajo que hemos realizado en los días anteriores.
Elegir el día de descanso
La elección del día de descanso en un plan de entrenamiento puede ser la primera clave para que este sea lo más efectivo posible. Si tienes un entrenador que te ayude, él sabrá perfectamente qué día es el idóneo para darte un descanso. Si no lo tienes, procura que ese día de descanso se lleve a cabo de forma regular, es decir, que siempre sea el mismo día de la semana.
Como todos los corredores de montaña populares trabajamos, los fines de semana, cuando no trabajamos, es cuando solemos poder disfrutar del deporte. Por ello, es difícil dejar un día de estos para el descanso. Por ello, el día de descanso suele coincidir con un día de trabajo. Aunque esto no es la situación ideal, es la más realista y sobre la que trabajaremos.
Trabajar el descanso fuera del día de descanso
Por ello, descartaremos la posibilidad de dormir más tiempo durante el día de descanso; al no poder retrasar la hora del despertador o echarnos una siesta, tendremos que hacerlo en los días que podamos. Por ello, procura que el fin de semana puedas dormir un poco más y, si utilizas el domingo como día de salida larga, no perdones una pequeña siesta después de comer.
Además, procura, si es posible, ir un poco antes a la cama, lo que nos dará más tiempo de recuperación el día que descansemos. Y es que mientras dormimos es cuando el cuerpo tiene más capacidad de reparación al ser el momento en el que producimos más hormonas del crecimiento.
Si trabajamos de lunes a viernes y el entrenamiento largo lo llevamos a cabo el domingo, el lunes es un día ideal para elegirlo como día de descanso. Por un lado, venimos de descansar más al acabar un fin de semana. Además, el domingo hemos podido dormir una siesta e incluso irnos un poco antes para cama, lo que le da al cuerpo una buena dosis de descanso.
Descanso activo
Como decíamos, el día de descanso no significa que no hagamos nada. Por un lado, no hacer nada está bien, ya que nos permite descansar física y mentalmente, pero realizar tareas dentro de lo que se conoce como descanso activo es incluso más beneficioso.
El descanso activo consiste en realizar una actividad física que no nos suponga un esfuerzo, pero que permita al cuerpo librarse de las toxinas que hemos acumulado después de un entrenamiento de intensidad, los llamados radicales libres. Al aumentar la circulación sanguínea mediante un ejercicio ligero, nuestros músculos podrán limpiarse y regenerarse de forma más rápida.
¿Qué disciplinas nos permiten hacer un descanso activo?
Hay múltiples opciones, siempre y cuando estas siempre se lleven a cabo a ritmos muy lentos y que no supongan un esfuerzo que dinamite nuestro descanso. Un simple paseo a ritmo vivo puede ser una opción muy simple. También darse una vuelta en bici o hacerse unos largos en la piscina, siempre a ritmos muy bajos, pueden ayudarnos con esta tarea. La única regla es que hagas lo que hagas, sea a una intensidad baja y con una duración muy limitada.
