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CONSEJOS

Beneficios del uso de la sauna para los corredores de montaña

A pesar de no tener demasiada tradición en nuestro país, estos baños de calor y vapor nos pueden ayudar en ciertos aspectos relacionados con el rendimiento deportivo, y también con la salud.

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Durante años, se ha relacionado la sauna como algo casi de lujo, al alcance de unos pocos privilegiados. Esto ha cambiado en los últimos tiempos, en los que es muy común encontrar saunas en todo tipo de instalaciones deportivas, como gimnasios o piscinas, de forma que muchos corredores de montaña tienen acceso a una sauna.

Si bien la tradición de este tipo de baños está mucho más arraigada en el norte de Europa, en España muchos son los que empiezan a beneficiarse de todo lo que nos puede ofrecer su uso, no sólo en la vida cotidiana, sino también en nuestra faceta como deportistas.

¿Qué es una sauna?

Las saunas son pequeñas cabinas, habitualmente de madera, en las que suele haber temperaturas muy elevadas, de hasta 90 grados centígrados, a lo que hay que sumar que se controla el nivel de humedad relativa, que se intenta mantener por debajo del 20%. También hay saunas con niveles de humedad más altas, si bien las más comunes son las anteriormente descritas.

Normalmente, el tiempo de estancia en una sauna no debe exceder nunca de los 15 minutos para que no veamos aparecer los posibles peligros que acechan tras el mal uso de estos baños. En el caso de tener heridas, cortes o sufrir alguna afección cardiaca, tampoco deberás utilizar una sauna.

Beneficios de la sauna

Vamos al lío. Lo que nos interesa de una sauna es lo que nos puede ofrecer como corredores de montaña y deportistas. Así, una de sus grandes bondades es la mejora de la circulación. Por este motivo, es una excelente forma de hacer que nuestro cuerpo sea capaz de eliminar y limpiar nuestro cuerpo de las toxinas acumuladas tras un entrenamiento.

Asimismo, un baño en una sauna puede ayudarnos en días posteriores a grandes esfuerzos, como entrenamientos duros o una competición. La razón estriba en que con la sauna conseguimos mejorar la flexibilidad por reducción de la tensión del hipertono muscular (algo habitual en una musculatura tras un esfuerzo intenso), sin incidir en su tono habitual de reposo.

Es decir, conseguimos relajar nuestra musculatura pero, al contrario de lo que se pensaba, no incide tan profundamente como para alcanzar los músculos de forma directa, por lo que no provoca una disminución del tono muscular, lo cual no sería positivo para nosotros como deportistas de resistencia. En cambio, las saunas o baños de vapor sí que consiguen alcanzar los tejidos más profundos, afectando además a los sistemas nervioso y endocrino.

Además, la aplicación de calor de la forma en la que lo hace una sauna puede llegar a mejorar ciertos aspectos de nuestro sistema nervioso central, lo que se traduce en una mejor transmisión nerviosa-muscular, mejorando la comunicación entre músculo y cerebro.

Una de las costumbres al utilizar una sauna es intercalar el calor con algún baño frío. La función de este contraste es mejorar todavía más la circulación sanguínea, por lo que si estamos en fase de recuperación, es una opción perfecta para ello.

Por último, y no menos importante, está el factor relajante. A nadie le viene mal un momento en el que podamos relajarnos tras un esfuerzo intenso, y nuestra mente agradecerá este respiro, no sólo del deporte, sino del resto de aspectos de nuestra vida cotidiana.

Precauciones

Por supuesto, tenemos que estar atentos para que la sauna no se convierta en un problema. Como antes señalábamos, la duración máxima se recomienda que no exceda de los 15 minutos, ya que podríamos sufrir quemaduras u otros efectos indeseados, como mareos.

Tampoco hay que dejar de controlar el tiempo entre el final del entrenamiento o competición y el momento de meternos en la sauna. Lo ideal es dejar, como mínimo, seis horas entre ambos, aunque hay quien considera que son necesarias hasta 8 horas de reposo entre actividad física y sauna.


Un aspecto a vigilar es el de la hidratación; al entrar en la sauna, perderemos mucho líquido fruto del calor. Si tras un entrenamiento o competición no nos hemos rehidratado, podremos sufrir fácilmente una deshidratación, con lo que el efecto positivo de una sauna se convertirá en algo negativo hasta que logremos recuperar nuestros niveles normales de líquido en el organismo. Bebe antes de entrar en una sauna.

Al acabar la sauna, lo mejor es darse una nueva ducha con agua fría o templada, de forma que el cuerpo retome de forma más o menos rápida nuestra temperatura corporal normal.


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