Un día de mayo me desperté y me dije: “este verano voy a hacer el GR-109 corriendo en varios días seguidos”. Los 500 km y más de 35.000 m de desnivel acumulado de los que consta el Camino Natural de la Cordillera Cantábrica – Asturias Interior forman un itinerario montañero de 27 etapas, pero yo había decidido comprimirlo y tratarlo de hacer lo más rápido posible.
Me puse a entrenar pensando en ese objetivo, me puse a buscar ayudas a través de patrocinadores y colaboradores, y formé un equipo de apoyo que me abasteciera y cuidara. El desafío era atravesar Asturias de este a oesta por zonas que además no conocía.
La segunda quincena de agosto fue la fecha elegida. Concretamente salí el domingo 19 de Panes, con la intención de llegar el domingo 26 a Santa Eulalia de Oscos. Todo preparado, y aunque desconocedor de lo que tendría por delante y de cómo respondería mi cuerpo a semejante hazaña, ya que soy nuevo en este tipo “kilometradas”, me situé en la salida el día previsto.
Tenía una cosa clara: no iba a correr con dorsal. Esto es, no iba a ir a un ritmo alto, ni pretendía batir ningún record, solo quería devorar kilómetros y disfrutar, a un paso relativamente cómodo y fácil, para poder afrontar cada día entre 60 y 75 kms. Vivir la aventura.
¡Qué lejos quedaron estas ideas previas! Ya en el segundo día me lo tuve que poner, a nivel mental, exprimiendo mi capacidad de sufrimiento, dando lo mejor en no buenas condiciones y siguiendo y siguiendo… ese era ya mi único objetivo. Por todo lo que había movido, por patrocinadores y colaboradores, por el equipo que me apoyaba, por los seguidores en las redes y medios de comunicación, y sobre todo por mí mismo.
“Una bacteria me inflamó mucho la zona de la tibia y tobillo izquierdo, produciéndome gran dolor a cada paso”
Y me explico. La primera etapa de 74 km entre Panes y Cangas de Onís salió más o menos según lo previsto. Pero como en algunos tramos el sendero se cerraba totalmente por maleza y pinchos, tuve que desandar algunas veces y salir a carretera o camino que transcurriera lo más cerca del sendero original del GR-109. En el siguiente pueblo o punto intermedio trataba de cogerlo nuevamente y avanzar. Pues en una de esas peleas con la maleza o bien por una picadura o bien pinchos infectados y arañazos, una bacteria me inflamó mucho la zona de la tibia y tobillo izquierdo, produciéndome gran dolor a cada paso. Este diagnóstico fue posterior, al finalizar el reto, que fui al médico. Mi primera impresión era que tendría algo muscular o tendinoso.
El dolor apareció desde el primer metro de la segunda etapa Cangas de Onís a Entralgo (Laviana) de 76 km, especialmente en los descensos, por lo que tuve que acortarla a la mitad y así que lo vieran mis fisios. Esa segunda parte la dejo para hacer algún día a nivel particular y así completar oficialmente para mí todo el recorrido. La logística y programación de los siguientes días no me permitía seguir desde ese punto.
Las etapas fueron cayendo día tras día, con un dolor continuo que se agravaba con fuertes molestias en ambas rodillas, seguramente originadas por el mal apoyo para mitigar el dolor de esa pierna izquierda. Así avanzaba, apoyado en mis bastones con un ritmo muy lento para lo estoy acostumbrado, con mucha fuerza mental y mentalización de que lo quería conseguir, con el apoyo y ánimo de mi equipo y seguidores en la distancia.
“Unos días muy complicados a nivel mental con muchas dudas sobre si podría seguir adelante ya que los dolores seguían”
Bonitos paisajes, parajes y paisanaje de las zonas de mi Asturias que no conocía me ayudaban a olvidar los dolores por momentos y avanzaba devorando kilómetros: 56 de Entralgo a Campomanes, otros 59 hasta Villanueva y 60 hasta Belmonte. Unos días muy complicados a nivel mental con muchas dudas sobre si podría seguir adelante ya que los dolores seguían. A partir de la sexta etapa, de Belmonte a Corias en 70 km, ya empecé a imaginar que iba a conseguirlo. Si había podido llegar hasta allí, tenía que acabar las dos jornadas más que me quedaban.
En esta ocasión, en este gran reto, para mí ha sido mucho más importante el poder de la mente, que la preparación y que la forma física. Pero ojo, nunca, y digo nunca, me enfrento a una carrera, objetivo físico, sin estar preparado. Porque esa preparación es la que te hace estar fuerte mentalmente. Ha sido una experiencia única e inolvidable. Y ya estoy pensando en alguna locura más.