Cuando Pau Capell conoció la cancelación de la decimoctava edición del Ultra-Trail del Mont Blanc, la carrera más importante del mundo, vio cómo su temporada se iba al traste. El escenario en el que en 2019 se había consagrado como el mejor ultrero del momento cerraba sus puertas, con suerte, hasta 2021. “No me lo esperaba. Pensaba que modificarían el recorrido, las salidas, hacer algo más cronometrado y con menos corredores, pero no que cancelarían”, nos explicó entonces.
Pero reaccionó rápido. Tras hablarlo con sus patrocinadores, el catalán anunció con tres meses de antelación que, a pesar de que la prueba no pudiera celebrarse, él estaría en Chamonix (Francia) midiéndose contra su durísimo recorrido de 170 km y 10.000 m positivos. Correría contra sí mismo, con el objetivo de rebajar su propio cronómetro (20h19’) y, apretando un poco más, romper por primera vez la simbólica barrera de las 20 horas. Había nacido el ‘Breaking 20’, la versión ultratrail del ‘Breaking 2’ con el que Eliud Kipchoge bajó de las 2 horas en un maratón de asfalto no oficial.
El desafío era alocado, pero factible. Ya sabía lo que era hacer el trazado en solitario pues, además de en sus entrenamientos, en la última edición se había quedado solo al poco tiempo de arrancar. Además, contaba con la preparación sosegada que, con su nuevo míster Andrés Arroyo, había podido realizar ante la ausencia de competiciones.
Como es habitual en él, no solo se preocupó por la parte deportiva. También uidó al detalle el marketing y la comunicación, contando una plataforma en la que se podía visualizar su progresión en directo (y compararla con la de 2019) y con las cámaras de la Televisión de Cataluña (TV3) persiguiéndole.
Con un día de adelanto por la previsión meteorológica, y su familia y amigos listos para avituallarle durante el recorrido, Pau partió el jueves a las 18:00 horas desde la Plaza de la Amistad de la capital alpina. Lo hizo casi a sprint, consiguiendo un pequeño margen que mantendría en las primeras horas del desafío.
Sin embargo, avanzada la noche las fuerzas le empezaron a flaquear. Y el retraso empezó a crecer suave pero constantemente hasta llegar a los 59 minutos de la ficticia línea de meta. Allí decenas de seguidores le aguardaban bajo una lluvia torrencial evidenciando que, si bien no consiguió su objetivo, el desafío de Pau Capell no puede considerar un fracaso. Su tiempo, 21 horas, 17 minutos y 18 segundos, es una gran marca que le hubiera valido el podio en cualquier otra edición.
“Ha sido increíble la carrera de este año, verdaderamente una de las mejores experiencias de mi vida. Ha sido un año muy difícil para algunos y el soporte que he recibido de la gente desde todas partes del mundo ha sido asombroso. Por el momento voy a tomarme un tiempo para descansar y disfrutar de mi familia”, ha apuntado el corredor.
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