La cancelación masiva de carreras en 2020 debido a la pandemia llevó a muchos corredores de montaña a buscar la motivación en otras aventuras más personales y que en un año normal con un calendario repleto de competiciones hubiera sido imposible llevar a cabo. Así, durante el verano los retos individuales se fueron sucediendo y creando, a la vez, cierto debate en cuanto a su validación.
Pero discusiones aparte, lo que está claro es que estas actividades mantuvieron viva la emoción por un deporte muy castigado por el coronavirus, convirtiéndose en una nueva manera de disfrutar del trail.
De esta manera, fue la web Fastest Known Time la que se encargó de registrar los tiempos y de comprobar que los diferentes retos se habían conseguido siguiendo el mismo trazado que la persona que lo ostentaba el récord hasta el momento.
Bonita fue la lucha que se vivió en las Islas Canarias, donde hasta tres grandes nombres del trail nacional se lanzaron a por el récord de la ruta 0 – 4 – 0 que estaba en manos de David Lutzardo. El primero que llegó a Tenerife con el objetivo de ascender y descender al Teide desde el nivel del mar fue Pau Capell, quien completó los 53 kilómetros con 4.000 metros de desnivel positivo en 6:13:25. Así, el corredor catalán lograba mejorar la marca en cerca de 40 minutos.
Aunque todos pensaban que el tiempo alcanzado por Capell era prácticamente imposible de alcanzar, casi dos meses más tarde, en diciembre, Manuel Merillas llegó a la isla con el objetivo de rebajar todavía más esa marca y lo consiguió. El castellanoleonés no solo consiguió mejorar el crono de Pau, estableciendo un nuevo récord de subida y bajada al Teide de 5:36:28; también logró mejorar el tiempo de ascenso de Agustí Roc.
Meses antes, en septiembre, Merillas viajó al Pirineo donde registró un nuevo tiempo récord de ascenso al Garmo Negro, 58:02, mejorando en casi un minuto el tiempo establecido por Dani Osanz tan solo unos días antes.
Durante el pasado verano también fue protagonista una de las montañas más míticas del Pirineo, el Aneto. Hasta allí viajó el cántabro Borja Fernández quien consiguió ascender hasta los 3.404 metros del pico y descender de nuevo hasta Benasque en 2:18:36, mejorando en casi dos minutos la marca establecida anteriormente por Quico Soler.
Los retos no solo tuvieron nombre masculino, también femenino. Un ejemplo es Virginia Pérez Mesonero, quien también quiso mantener viva la motivación y continuar con su preparación en un año en el que las competiciones se cancelarían prácticamente en su totalidad. Así, a principios de verano la corredora aragonesa se lanzó a por la cima del Bisaurín estableciendo un tiempo de 1:40:51 para un recorrido de 10 kilómetros con 1.639 metros de desnivel positivo. En agosto el turno fue para el Garmo Negro, donde completó los 4,5 kilómetros con 1.454 metros de desnivel positivo en 1:10:25.
Ahora las competiciones vuelven a llenar el calendario, lo que lleva de nuevo a los atletas a enfocar su temporada y entrenamientos a cada una de las pruebas a las que van a enfrentarse. Pero, ¿significa esto que los retos quedarán en el olvido? Algunos corredores, como el mismo Manuel Merillas, afirmaron que los retos le motivaban mucho, tal vez este verano volvamos a ver a algunos de ellos buscando esa motivación de nuevo en estos desafíos.