Hace un año la ultrarunner Hillary Allen volvió a nacer. Fue en la Tromso Skyrace, la carrera extrema ideada por Kilian Jornet y Emelie Forsberg que vivirá una nueva edición este fin de semana, en la que se despeñó ladera abajo. Cayó 50 metros, se fracturó 12 huesos y perdió durante unos minutos el conocimiento, pero fue evacuada rápidamente en helicóptero y el daño no fue a más. “Es duro ver cómo un día puedes correr más de 100 kilómetros entre las montañas y al día siguiente no te puedes mover de la cama. Durante 2 meses me moví con una silla motorizada y tenía que pedir ayuda constantemente”, nos contaba en una entrevista anterior.
La recuperación avanza y hace ya varios meses que, a pesar de los dolores, la corredora de Boulder (Colorado) se volvió a calzar las zapatillas. Primero entrenando en terrenos suaves y después probándose otra vez en competición. Reapareció en junio en The Broken Arrow y una semana más tarde venció en los 47 km de la Cortina Trail en Lavaredo. “A pesar de las lesiones, estoy segura de que mis mejores días físicos y mentales están por venir, que ser la mejor atleta que soy capaz solo será posible gracias a los desafíos que afronto ahora”, explica en un texto titulado Soy más que un resultado publicado en su blog.
“Mis días no siempre son perfectos, y hay momentos en los que me pregunto voy en la dirección ‘correcta’ –continúa-. Me enfrento a las dudas y al miedo, todos los días. Es una decisión activa para reconocerlos, confrontarlos y apoyarse en ellos. Especialmente cuando vuelvo a correr, sigo teniendo muchas dudas sobre mi cuerpo, sus capacidades y habilidades para aguantar las actividades que quiero hacer”.
La semana pasada quiso apaciguar esa incertidumbre con un desafío realmente exigente: completar las 100 millas de la Hardrock 100 en 3 días. Y lo consiguió, rodeada de amigos tan conocidos como Zach Miller, Dakota Jones o Lucy Bartolomew. “Al empezar estaba segura de que sería la más débil, pero todos tuvimos nuestros momentos buenos y malos, incluyéndome a mí. Aprendí que la energía no es constante y que no importa cómo de entrenado esté un atleta, también tendrá dudas e inseguridades que enfrentar. Fue enriquecedor ver a cada persona confrontar estos miedos”.
Con esta reflexión convertida en mantra, Hillary Allen encara el final de su recuperación y los proyectos que le han vuelto a hacer soñar de nuevo. “Es posible lograr lo imposible si estás dispuesto a probar y desafiar la duda. La positividad y la gratitud pueden alterar tu rumbo, si permites que brille un poco de luz”.