Hace unos días, Pete Kostelnick era noticia en los Estados Unidos; venía de enlazar corriendo las ciudades de San Francisco y New York, cruzando todo el país desde la costa oeste a la este. Además, lo hizo en un tiempo de 46 días y 8 horas, batiendo el anterior récord, que databa nada menos que de 1980.
A lo largo de estos días, Kostelnick ha aparecido en los medios generalistas del país, que se han interesado por una gesta histórica. Esto ha dado lugar a la revelación de muchas anécdotas que han salpicado este mes y medio de desafío, pero una de las más curiosas ha sido la de su alimentación durante las más de seis semanas que se ha pasado corriendo.
12.000 calorías al día
De media, Pete Kostelnick corría unos 110 kilómetros cada jornada, lo que significaba que pasaba entre 12 y 16 horas al día corriendo. Con estas cifras, no es extraño que el estadounidense tuviera que seguir una alimentación que le aportara todo lo necesario para hacer frente a un desgaste físico abrumador.
Cada día, Pete Kostelnick debía ingerir aproximadamente 12.000 calorías, lo que comparado con una dieta habitual supone una auténtica barbaridad. Un hombre sano debe consumir al día unas 3.000 calorías, por lo que Kostelnick debía comer cuatro veces más para poder afrontar un desafío como el de cruzar Estados Unidos corriendo.
Y comer esa cantidad de alimentos no era siempre sencillo para Kostelnick, ya que hacía que pasara gran parte del tiempo que no corría o dormía, ingiriendo alimentos. Incluso había jornadas en las que llegaba a consumir 14.000 calorías.
Varias comidas al día
Si una alimentación sana supone dividir todas las ingestas de comida en cinco tomas, Pete Kostelnick doblaba esos números. Todo comenzaba sobre las 3:30 de la madrugada, cuando se levantaba y comía su primer desayuno que solía consistir en avena, tostadas, plátanos y bebidas energéticas.
Al poco, llegaba el momento de su snack matutino, que solía consistir en una bebida con cafeína, pero nunca café. Solía apostar por bebidas de cola o energéticas. Las siguientes horas las pasaba consumiendo barritas de proteínas.
En la media mañana, llegaba la hora del brunch, que solía consistir en un sandwich o una hamburguesa, que bajaba con un refresco de cola, que le ayudaban a asentar su estómago ante tanta comida a esas horas del día.
Para la comida, elegía algún tipo de bocadillo con carne, pimientos, queso… de tamaño mediano (unos 33 centímetros de pan). A veces comía un filete o puré de patatas, que finalizaba con algún dulce que le ayudaba con la digestión.
Durante la tarde, su equipo, que le seguía en una caravana, le iba dando pequeños snacks para mantener los niveles de energía altos en los momentos más complicados de la jornada. Para finalizar, la cena solía consistir en una chuleta con patatas, un menú con mucha carne para mantener altos los niveles de hierro. Eso sí, antes de acostarse, tocaba el turno del postre, que solía ser un helado.

Como norma general, Pete Kostelnick se marcó el objetivo de no estar nunca más de dos horas sin comer, algo que él considera vital a la hora de acabar con éxito su desafío, aunque reconoce que para él es muy fácil comer mientras corre, ya que es algo que hace habitualmente durante sus entrenamientos.
1 comentario
Excelente aporte este articulo .