Que el deporte es saludable y beneficioso para la gran mayoría de enfermedades es algo conocido. También que la actividad física ha sido identificada como un factor que reduce el riesgo de cáncer y de otras enfermedades crónicas. Pero lo que viene a señalar una reciente investigación de Rikki A. Cannioto, del Centro Integral del Cáncer de Roswell Park en Buffalo (Nueva York, EE.UU.), es que los enfermos de cáncer que se ejercitan antes y durante el tratamiento tienen mayores probabilidades de sobrevivir.
El estudio, publicado el pasado 28 de noviembre en Cancer Causes & Control, se basó en una muestra de 5.807 pacientes que fueron clasificados en diferentes categorías: actividad habitual, actividad incrementada después del diagnóstico, actividad disminuida después del diagnóstico e inactividad habitual.
Así, los investigadores encontraron que los pacientes habitualmente activos experimentaron una reducción del 39% en el riesgo de mortalidad por todas las causas y una disminución del 36% en el riesgo de mortalidad específica por cáncer.
Por su parte, los pacientes previamente inactivos que comenzaron a hacer ejercicio después del diagnóstico experimentaron también reducciones en la mortalidad de un 28%, en comparación con los que los que permanecieron inactivos.
Los mayores incrementos en las probabilidades de supervivencia se observaron en aquellos que se ejercitaba de tres a cuatro sesiones por semana, pero también se observaron ventajas significativas en 1 o 2 sesiones por semana en comparación con la inactividad. “Estos datos demuestran el valor potencial de implementar el ejercicio continuo en la atención de los pacientes con cáncer y pueden mejorar los resultados clínicos de los afectados por una gran variedad de tumores malignos», concluyen los autores.