Es innegable que el confinamiento al que nos hemos visto abocados en los últimos en buena parte del planeta nos ha trastocado. Y no estoy hablando únicamente del estado de forma, que ahora que volvemos a correr se evidencia bastante lejano del deseado a estas alturas del año (y eso a pesar de todo el ejercicio hecho en casa). Hablo más de un estado mental generalizado de preocupación y hastío, que se ha visto sorprendido por algunas iniciativas curiosas que han despertado nuestro interés.
Actividades individuales y colectivas inéditas, seguramente todas ellas con ciertas dosis de lucidez y absurdidad, que nos han demostrado que es ser humano es inquieto hasta en las peores circunstancias. Son lo que cariñosamente he llamado “las locuras de la cuarentena”, y que quedarán aquí recopiladas con el objetivo de que nos podamos volver a sorprender y reir con ellas cuando “el maldito bicho” ya solo sea un mal recuerdo.
#YoCorroEnCasa Challenge
Solo habían pasado unos días desde el inicio del estado de alarma y varias mentes pensantes del trail se pusieron de acuerdo para organizar la que fue seguramente la primera carrera solidaria en España. Recaudaron nada menos que 82.940 € para #YoMeCorono, un equipo de médicos e investigadores que trabaja en la lucha contra la Covid-19.
La idea nació de la forma más descabellada. El periodista, organizador y corredor Albert Jorquera se había unido al grupo de runners motivados que intentaban seguir corriendo en los pocos lugares que en ese momento se podía: el pasillo de su casa. Viendo que cada vez más gente lo compartía en redes sociales lanzó la iniciativa al fotógrafo Jordi Saragossa y a la diseñadora María Fainé, que junto con el empuje de atletas como Kilian Jornet, Pau Capell y Tòfol Castanyer convirtieron el evento virtual en una cita obligada para los seguidores de este deporte.
El éxito fue tan notable como inesperado con 7.429 dorsales, 73.747 km realizados en el pasillo, la terraza, el salón, el garaje, el jardín, las escaleras y también en la cinta de correr o en el rodillo. La idea fue replicada por diferentes eventos en España y también traspasó fronteras, aunque no siempre de una manera solidaria.
Del #Everesting al #Coronacimas
Si con el #YoCorroEnCasa Challenge el objetivo era fomentar el ejercicio en casa a base de kilómetros, simultáneamente aparecieron otros retos que tenían como eje el desnivel.
Uno de los primeros fue el Everesting del corredor de ultratrails Oriol Antolí –primer corredor en ganar los 990 km de la Monarch Way– que ascendió los 8.848 m positivos, la altitud de la montaña más alta del mundo, subiendo y bajando por las escaleras de su casa durante 15 horas y media. Hubo muchos más Everestings en todo el mundo (he contabilizado hasta 6), uno de los que más nos ha llamado la atención es el del exjugador de rugby cuadripléjico Ed Jackson que subió casi 89.058 escalones con su única una pierna buena.
También con la altitud de las cumbres como referencia nacieron las #CoronaCimas en las que miembros del equipo español Salomon IATI sumaron el desnivel de sus montañas predilectas. Utilizando la cinta, Tòfol Castanyer “ascendió” a tres picos de la Serra de Tramuntana, el Puig Major (1.447 m), el Pic del Migdia (1.398 m) y el Puig de Massanella (1.367 m), sumando un desnivel total de más de 4.200 m. El gomero Crístofer Clemente hizo lo propio con el Teide (3.718 m) mientras que Aritz Egea escogió el Txindoki (1346m), donde el año pasado estableció el récord desde Ordizia en bicicleta y a pie, Jan Margarit “subió” a La Mola (1.104 m) y Eli Gordón, al Tibidabo (512 m). Menos infraestructura necesitó Ainhoa Sanz que “conquistó” el Jaizkibel (545 m) utilizando dos cajas de fruta como escalones.
A nivel internacional, destaca la actividad del británico Tom Evans –ganador de la CCC 2018 y de Tarawera Ultra-Trail 2020- que completó virtualmente y sobre su cinta el desafío Three Peaks, que consistió en subir y bajar al Snowdon (5,5 km, 723 m, 13,2%), al Scafell Wasdale Head (4,5 km, 910 m, 20%) y al Ben Nevis (8,8km, 1.335m, 15,1%), sumando 37 km con 6.128 desnivel total (ascenso + descenso).
Pasados de vueltas
En estos días también hemos llevado la expresión hacer el hámster hasta la máxima expresión. La primera muestra la dio el chino Pan Shancu, quien corrió 50 km sin salir de su salón en 4 horas y 48 minutos. El vídeo de sus imágenes completando las vueltas (6.250) a un recorrido alrededor de dos mesas dio la vuelta al globo cuando todavía en Occidente no se atisbaba la gravedad de la situación que nos venía encima.
Una actividad similar realizó Elisha Nochomovitz en el balcón de su casa en Toulousse (Francia), de 7 metros de largo. Lo hizo como un desafío físico y mental, pero también para compartir su apoyo al personal médico. Completó un maratón en 6 horas y 48 minutos, “preocupado porque los vecinos se quejasen de los golpes de sus pasos”, refleja TheGuardian.com.
Otro gran ejemplo en este apartado lo dio el mediático Ryan Sandes, quien llegó a sumar hasta 100 millas corriendo alrededor de su casa. Tuvo que dar 1.463 vueltas a su patio de 110 metros de longitud para sumar los 160 km en 27 horas y 27 minutos. “Fue mucho más difícil de lo que imaginaba”, afirmó en la página web de su patrocinador, definiéndolo como “un desafío único en mi carrera como deportista”.

Pero el que se lleva la palma es el joven Goshi Osada. Unos meses después de luchar hasta la extenuación en la Transgrancanaria 360, el japonés hizo gala de su determinación para completar 160 km y unos 10.000 m+, unas cifras similares a las del UTMB, alrededor de un árbol. Para ello empleó 2 días, 6 horas y 40 minutos en una experiencia con el que quería crecer como persona, como expresó en sus redes sociales.
Y un sinfín de competiciones virtuales
Ante la imposibilidad de celebrar carreras de forma presencial, la tecnología digital está copando este hueco con multitud de iniciativas. Desde pruebas que, como Transvulcania y el resto de las Skyrunner World Series, mantienen su fecha celebrando un evento virtual con mayor o menor empaque, a nuevas iniciativas como el primer Kilómetro Vertical en cinta, en el que compitieron en tiempo real Pau Capell, Azara García, Aritz Egea y María Prieto.
Otra que me llamó la atención fue la Quarantine Backyard Ultra, una carrera con formato “hasta que solo quede uno”. Participaron 2.400 corredores de 56 países que debían correr 6,7 km cada hora para permanecer en la competición. El ultrarunner estadounidense Michael Wardian (corriendo alrededor de su casa) y el checo Radek Brunner (en cinta) se batieron en un brutal duelo que duró 67 horas y que no hubiera terminado entonces de no ser por un fallo técnico. El europeo tenía la aplicación Zoom silenciada, no oyó la sirena que marca la salida y fue descalificado. “Ambos estábamos listos para las siguientes rondas y tal vez estábamos listos para superar el récord de 68 rondas. Quizás la próxima vez”, publicó Radek. Así, el estadounidense fue el que más aguantó con 422 km (en bucles de 700 m alrededor de su casa). Como no podía ser de otra manera en estos tiempos, el premio fue un lote de papel higiénico.
Por último, no quería dejar pasar la propuesta del siempre imaginativo ‘Lazarus Lake’ el que, como veremos, se ha convertido ya en todo un ídolo de masas. El creador de la exitosamente cruel The Barkley Marathons se ha inventado esta vez una travesía de 1.000 km que virtualmente cruza el estado de Tennessee. Los corredores tienen 4 meses para completarla (entre el 1 de mayo y el 31 de agosto) corriendo desde sus residencias. Al final de cada salida suben la información a un registro y el avance aparece en un mapa en la página web de The Great Run Across Tennessee 1000K. Tal vez lo más increíble de todo es el interés: más de 18.000 corredores se han inscrito, a 60 euros el dorsal, lo que da una idea del impacto de la última alocada idea de ‘Laz’.
