“Desde febrero estuve en Nepal viviendo, explorando, entrenando, compitiendo, escribiendo… Las historias son muchas y son bonitas, pero ahora esas historias deben esperar. Ha sido un buen tiempo, en el que he aprendido, sentido, cambiado, crecido, amado, vivido… Viviendo la vida en cada momento.
Nepal me ha dado un hogar en todos los sentidos de la palabra y estoy muy agradecida por todo el tiempo pasado allí y por los amigos con los que lo he compartido.
Pero hay un tiempo para cada cosa. Hace unas semanas se suponía que debía estar con otros 2.000 corredores en la Ronda dels Cims, la primera prueba de 100 millas de las Skyrunning Series. Pero entonces vino la lesión.
El dolor vino tras completar el Everest Marathon y sus 60 kilómetros. Dos días después, entrenando de vuelta a Jiri vino la lesión, por lo que tuve que volver a Kathmandú en autobús. Y es que una fractura por estrés es inequívoca en sus demandas: nada de correr.
Más que sentirme dentro de arenas movedizas, decidí adaptarme a los cambios más que resistirme, para convertir la lesión en algo positivo. Entonces me encontré realizando un curso de un mes de Yoga en Japón. Fue una inmersión total en una nueva cultura, en una nueva forma de vida hasta que se convirtió en algo casi normal. Parecía que me habían quitado de golpe las alfombras sobre las que pisaba, pero es ahí cuando aprendes a volar mientras no puedes apoyar los pies.
La flexibilidad del cuerpo otorga flexibilidad de mente y los retos te esperan en las esquinas más inesperadas. La vida es una extraña mezcla de austeridad y lujo, probablemente en cosas diferentes que para los otros 59 estudiantes japonenses. Estoy aprendiendo a amar el Onsen (termas japonesas) y la decadencia de sumergirte en agua caliente.
Sin montañas, estoy reaprendiendo a respirar. El día consiste en una mezcla de meditación, kirtan, asana, pranayama, karma yoga, swadhyaya, filosofía, anatomía, fisiología… y la lista sigue. No tengo muchos huecos en medio. Mi cuerpo está aprendiendo a adaptarse a los nuevos espacios.
Este mes, mi entrenamiento está siendo diferente, pero lo que aprendes con el yoga se refleja en la ultra distancia y en tu propia vida. El yoga trata de cultivar la concentración, la resistencia mental, el equilibrio de la mente… Y este tipo de estados son los que necesitamos en la montaña, eso sí, a juego con un par de pies sanos.
A veces le pido perdón a mis pies por las millas que les he hecho correr sin tenerles en consideración. Los he llevado por caminos salvajes, en altitud… pero creo que nunca les he dado las gracias lo suficiente. Volveremos ahí fuera, buscando la magia y el misterio”.
