La cuarta edición de Cavalls del Vent no ha sido una carrera cualquiera. La épica ha teñido la prueba catalana, que ha vivido una de las luchas más apasionantes que se pueden ver hoy en día en el trail running de élite, la que han protagonizado Kilian Jornet y Anton Krupicka, auténticos protagonistas de la jornada, sin olvidarnos de la lluvia y el frío, que también han querido salir en la foto.
A las 9 en punto se daba la salida en el centro de Bagá, que veía como los favoritos iban llegando a cuentagotas al área reservada para ellos. Los últimos, los americanos, que salieron unos minutos antes del hotel y llegaron un par de minutos antes de la salida. La pasión de los aficionados ponía unos grados de más a la fría mañana, hasta que se dio la salida y empezó una batalla pasada por agua. Mucha agua.
A partir de ahí, las sonrisas nerviosas de los favoritos se tornaron en muecas de que no lo estaban pasando bien del todo. Cada uno de los avituallamientos era testigo de cómo los corredores llegaban cada vez con más frío, más mojados, pero sin parar de correr, ya fuera hacia arriba o hacia abajo.
Comenzaron liderando Kilian Jornet y Tófol Castanyer, que se escapaban y llegaban a los cuatro primeros controles en cabeza, perseguidos por Anton Krupicka, que incluso llegaba corriendo hacia abajo lo que se suponía que era una subida. Fue volando hasta el control y subió. Aún quedaban más de 55 kilómetros.
Entonces llegaron los primeros abandonos, los de Tófol Castanyer y Miguel Heras, ambos con hipotermia, lo que evidencia las condiciones en las que se desarrolló la carrera. El balear se centrará de aquí a fin de año en preparar el Maratón de New York, mientras que Heras se dejaba su doble corona por el camino.
Las siguientes noticias sonaban a que se iba a repetir lo que ocurre en tantas carreras. Kilian había conseguido llegar a sacar seis minutos de ventaja a Krupicka, que se mantenía segundo, a la expectativa. Pero la siguiente noticia era también reveladora del momento de forma del atleta de Nebraska. Llegaban juntos a un control y, mientras Kilian se paraba a beber, Anton ni siquiera se detenía.
Durante dos horas y media corrieron los dos juntos, midiéndose las fuerzas, escrutando quién era el que mejor se estaba adaptando a las terribles condiciones, que son las que al final han puesto ese toque de pimienta que sazona las carreras que acaban siendo especiales. Iban juntos hasta que llegó la última subida.
Ese ascenso, en el que Anton reconoció haberse quedado sin geles ni nada de azúcar, fue el escenario en el que Kilian firmó su victoria. Era la zona más técnica de la carrera, llena de piedras y, por culpa de la lluvia, por el camino bajaba un torrente de agua que muchos hubiesen pensado que era un río. Pero no. Incluso se habían formado profundas balsas que provocaron que los atletas se mojaran un poco más, si es que eso era posible.
Ahí es donde Kilian dictó sentencia; apretó el ritmo y Krupicka se quedó sin gasolina. El tiempo de ventaja, más de siete minutos, en un parcial relativamente corto, puso de manifiesto quién llegaba mejor al tramo final. A partir de ahí el delirio. Y es que Kilian corría y ganaba en casa, con su gente, entre los que estaba su madre, animando a uno de los mejores deportistas que hay actualmente en el planeta.
Con un tiempo de 8h42’, Kilian se sacudía el molesto fantasma en el que se había convertido esta carrera, en la que había participado dos veces y había logrado sendos abandonos. Se notó cuando llegaba, parándose a saludar a aquellos que se agolpaban en la línea de meta y a firmar muchos, muchos autógrafos. Y lo hacía con récord. Kilian style.
“Llegaba a la prueba en muy buen estado de forma pero el frío y la lluvia nos han desgastado a todos mucho. Ya sabíamos que llovería, pero pensaba que la temperatura sería más alta. En los puntos altos hacía mucho frío hasta el punto que ha habido muchos abandonos y entre ellos de corredores de elite con hipotermia”, ha explicado el atleta.
“A partir del kilómetro 40 he ido con Krupricka, un buen amigo y que ha hecho una extraordinaria carrera porque venía de estar dos años parado por culpa de las lesiones”. Kilian se ha mostrado más satisfecho con el público asistente que con el récord conseguido: “Que en un dia como hoy, con lluvia y tanto frio, haya habido tanta gente apoyando es muy de agradecer. Ha sido una pasada”.

Unos siete minutos después llegaba el otro gran protagonista del día, un Anton Krupicka que ha demostrado que su leyenda en los Estados Unidos también se ha reproducido en Europa. Su magnetismo entre los aficionados es innegable, e incluso pasó más tiempo dando entrevistas, saludando a gente y firmando autógrafos que el propio Kilian. Incluso la gente se agolpaba en la puerta del hotel, buscando sacarse una foto con “The Prophet”.
“Ha sido la carrera casi perfecta, de las carreras que a mí me encantan: técnica, con subidas y bajadas, y muy exigente. He corrido el ultimo tramo con Kilian pero en la última subida él me ha atacado y yo no he podido responder porque él está muy fuerte. Me ha encantado la carrera y me gustaría volver a correrla el próximo año”, ha declarado el estadounidense de la eterna sonrisa, que ha firmado un crono de 8h49’, también por debajo del récord.
El podio lo completó otro estadounidense, Dakota Jones, que también agranda su leyenda en el viejo continente con este podio, que unido a su victoria en la Transvulcania, deja claro que este chico también está hecho para el frío, la lluvia y las carreras técnicas. De esta forma, se conformó un podio en el que el más mayor tiene 29 años. Kilian tiene 24, Dakota 22 y el quinto, Philipp Reiter, 21. ¿Quién dijo que la larga distancia era para corredores veteranos?
Pero sobre todo, los nombres del día, del mes y quizá de la temporada sean los de Kilian Jornet y Anton Krupicka, que, en su primera vez compitiendo juntos en Europa, han dejado una competición para el recuerdo y una “rivalidad” para muchos años. Ellos son el presente y el futuro del Trail Running y eso es una gran noticia.