El pasado domingo, Karl Meltzer conseguía llegar al extremo sur del Appalachian Trail. Después de un mes y medio y 3.500 kilómetros, esta leyenda de la ultradistancia conseguía un reto que levaba persiguiendo casi una década.
En una entrevista con la revista estadounidense Competitor, Karl Meltzer ha desvelado cuál han sido las claves para lograr un récord que ya estaba en manos de otra leyenda, y también amigo de Karl Meltzer, como Scott Jurek.
“El equipo de apoyo es crítico. Tiene que estar en buena sintonía, siempre con mentalidad positiva. El jefe de mi equipo, Eric Beltz, es uno de mis mejores amigos. También mi padre y mi mujer vinieron un par de veces. Me ayudaron David Horton y Scott Jurek, anteriores plusmarquistas” revela Meltzer.
Además del equipo, Karl reconoce que otra de las claves ha sido encontrarse con buen tiempo durante el desafío; “tienes que encontrar buenas condiciones, no puede llover una semana seguida el comenzar, como me pasó en 2008. El tiempo esta vez estuvo de mi parte. No fue perfecto, pero bastante bueno. Llovió unas cuatro veces y eso es tener mucha suerte”.
En lo que se refiere a la filosofía del reto, Karl apunta que no querían que el marketing tapara el apartado puramente deportivo; “decidimos seguir un perfil bajo; no íbamos con una caravana rotulada y la aparcábamos por ahí. Además, poníamos actualizaciones con un par de días de retraso. Prefiero correr solo e hice el 98% del Appalachian Trail por mí mismo. Me sacaba las telas de araña cada mañana yo solo, lo cual acaba siendo una pesadilla”.
También se refiere a sus problemas físicos, que le lastraron las primera semanas; “pasé por algunos problemas con mis piernas. Le pedí consejo a Scott Jurek, que es terapeuta físico. Más o menos sabía qué me pasaba y me ayudó a confirmarlo. Mis tibiales anteriores estaban con mucha presión y eso bajaba hasta mis pies. Normalmente puedes andar, que es lo que hice esos días, pero luego mi equipo me trataba con hielo. Poco a poco fue mejorando”
Otro de los puntos importantes fue la logística y su equipo de apoyo; “se movían entre cruces de caminos. En líneas generales fue bastante bien. No me gusta llevar mucho peso, así que llevaba un litro de agua conmigo o alguna bebida energética. Prefiero la comida real y me comía un bollo o llevaba unas costillas. Los problemas del estómago no son grandes porque se anda más que se corre”.
Un día normal durante su reto consistía siempre en la misma rutina; “mi meta era levantarme cada mañana a las 4:15 o 4:20 y ponerme en marcha lo más rápidamente posible. Eso hacía que acabara el día antes de que se hiciera de noche. Mentalmente es algo que me ayudaba, porque te sientes bien al acabar un día y ponerte a recuperar para el siguiente”
Cuestionado sobre en qué momento supo que tenía el récord cerca, Meltzer destaca que “sabía que tenía que darlo todo en la última semana para poder superar el récord. Estaba planeado desde el principio, así que estaba preparado para ello. Pensaba que iba a conseguir el récord, sobre todo en la última semana. Empiezas a hacer cuentas en tu cabeza. A 30 millas para el final, Scott Jurek me acompañó, hablamos sobre los viejos tiempos y el tiempo pasó bastante rápido. Esos últimos kilómetros fueron sorprendentemente agradables”.
Y una vez conseguido el reto, ¿ahora qué? “Este fin de semana voy a apoyar a mi mujer en una carrera por montaña. Luego estoy considerando escribir un libro, aunque todavía no tengo la idea muy focalizada. Me pondré a trabajar de nuevo come entrenador y a responder todos los e-mails pendientes. Simplemente volver al trabajo y estar en casa a ver qué ocurre” relata Meltzer con la tranquilidad propia de una leyenda de la ultra distancia.
