Las carreras por montaña generan un gran flujo comunicativo en redes sociales y en la prensa tradicional. Y, de hecho, uno de los objetivos de cualquier carrera por montaña es que se conozca cada vez más, tanto la carrera como la zona donde se desarrolla. Sin embargo, uno de los aspectos que con frecuencia no se gestiona adecuadamente es la respuesta comunicativa en caso de accidente y, sobre todo, cuando es posible que se haya producido un accidente, pero no se tiene la certeza ni información suficiente.
En estos casos, las inquietudes de los familiares, los rumores que pueden difundir los corredores o el personal voluntario, pueden generar, cuanto menos, un mal rato para mucha gente. Por supuesto, lo que difundan los corredores o sus familiares es algo que no puede controlar la organización de la carrera, aunque lo puede prevenir teniendo personas que asumen específicamente la función de comunicar a los familiares o allegados, cualquier problema que haya habido con cualquier corredor. En caso de que suceda cualquier accidente, también debe ser personal específico el que comunique adecuadamente a los familiares o allegados la información disponible.
Mando y control de la seguridad durante la carrera
No cabe duda, por todo lo que estamos viendo, que todas las funciones relacionadas con la seguridad requieren que haya una persona responsable de la seguridad de la carrera, respaldada con un equipo de trabajo, operativos durante toda la carrera, las 24 horas. La coordinación de los distintos equipos y servicios de seguridad, asistencia sanitaria y emergencias, que concurren durante una carrera por montaña, va a ser una de las misiones principales de este responsable de seguridad.
Además, cuando hay que tomar decisiones ante cualquier incidente o accidente, asumiendo las responsabilidades correspondientes, es una función de este responsable de seguridad. Para ello, es imprescindible que dicho responsable de seguridad sea quien haya realizado el reconocimiento de seguridad de la carrera y haya planificado todos los procedimientos operativos de seguridad y emergencias. El objetivo es que, durante la carrera, se apliquen los procedimientos de seguridad establecidos, asistiendo a cualquier interviniente en la toma de decisiones.
La ausencia de esta figura suele producir intervenciones duplicadas de distintos equipos o servicios, mala asignación de los recursos conforme evoluciona la carrera y la meteorología, descontrol de los corredores que no llegan a meta, descontrol de la situación y necesidades de los puntos de control, toma de decisiones unilaterales o mal informadas, sin seguir ningún criterio fundado o procedimiento establecido, o falta de seguimiento de los incidentes y accidentes que se puedan producir.
Registro y análisis de accidentabilidad
Las funciones en materia de seguridad no acaban cuando termina la carrera, ni siquiera cuando han vuelto todos los voluntarios que hay desplegados por la montaña. Después de la carrera hay que recopilar toda la información que han registrado tanto los puntos de control, como los servicios de asistencia sanitaria, tratarlos adecuadamente y analizarlos. Por supuesto, hay que analizar accidentes, pero también incidentes, en lo que se incluyen los abandonos. Hay que analizarlos segmentados, al menos, por zona y hora del suceso.
Los estándares de análisis estadístico de siniestralidad exigen que, además de los valores absolutos y relativos habituales, se extraigan dos índices importantes: el índice de frecuencia y el índice de incidencia. Estos índices relacionan el número de accidentes, según el número de corredores y las horas de carrera, es decir, según el nivel de exposición a los riesgos. El análisis de la siniestralidad no debe hacerse simplemente para tener un bonito informe, sino que se debe revisar con la dirección de la carrera, para introducir mejoras de seguridad en las siguientes ediciones.
Conclusión
La gestión del riesgo y la seguridad en las carreras por montaña requiere una planificación coherente y completa que no tenga lagunas. Los organizadores de las carreras por montaña deben poner una diligencia exquisita en esta materia, ya que todos los corredores que deciden participar en la misma lo hacen por la confianza que genera la existencia de una organización, con recursos humanos, materiales y procedimientos de trabajo adecuados al nivel de riesgo que tiene cualquier carrera por montaña.
Como hemos visto a lo largo de este artículo, la seguridad de los participantes, personal de la organización y espectadores de una carrera por montaña no es algo que pueda dejarse a la improvisación, ni a la complacencia del “siempre lo hemos hecho así” o del “nunca hemos tenido accidentes”. Esto no es suficiente, porque los deportistas, sus familias y las autoridades, esperan que la organización cumpla los mejores estándares de seguridad en un tipo de eventos deportivos que, por muy extendidos que estén, no dejan de ser extraordinarios, por la dificultad del terreno, por desarrollarse en zonas remotas, por estar sometidos a la meteorología cambiante de la montaña y, en muchos casos, también por la duración de la prueba.
El deporte y los deportistas de competición siempre buscan el límite, ir siempre un poco más allá o un poco más arriba. Los riesgos son altos, y algunos son inevitables, pero la responsabilidad del organizador de cualquier carrera por montaña es evitar los accidentes previsibles y evitables. Los procesos y procedimientos de seguridad para carreras por montaña ya se van estandarizando, la obligación de los organizadores es aplicarlos.
Pedro Carrasco. Es el CEO y socio fundador de ISOAVENTURA, S.L. consultoría especializada en el turismo activo. Entre otras titulaciones es Doctor en Derecho, Máster en Protección Civil y Gestión de Emergencias, Máster en Prevención de Riesgos Laborales, Técnico Deportivo de Media Montaña. Miembro del Consejo Asesor Científico de las Montañas (FEDME) y gerente de la Asociación Nacional de Empresas de Turismo Activo (ANETA). Ha sido el responsable de seguridad de varias carreras por montaña, como la Ultra Trail Canfranc-Canfranc, la Ultra Trail Guara Somontano y Gailurra Xtreme: Monte Perdido.
Alberto Ayora. Es el responsable del Comité de Seguridad de la FEDME y miembro del Consejo Asesor Científico de las Montañas. Entre otras titulaciones es Máster en Derecho de los Deportes de Montaña. Técnico Superior en Prevención de Riesgos Laborales. Auditor de Sistemas de Prevención. Especialista en Emergencias y Protección Civil. Miembro de los Comités Técnicos de Normalización (AENOR) AEN/CTN 187 SC2 Espacios Naturales Protegidos y AEN/CTN 188 SC3 Turismo Activo. Es autor de los libros “Gestión del riesgo en montaña y en actividades al aire libre” y “Riesgo y liderazgo. Cómo organizar y guiar actividades en el medio natural”, ambos de la editorial Desnivel.
