La temporada primaveral nos sigue trayendo actividades de primerísimo nivel en lo que a los Fastest Known Times (tiempos más rápidos conocidos) se refiere. El último en lograr una hazaña ha sido el corredor francés François D’Haene, que se ha hecho con el registro más rápido de la historia en el mítico GR-20 de Córcega.
La ruta recorre la isla longitudinalmente, habiendo escogido el rumbo de norte a sur en el caso del francés (el más habitual); en total, son cerca de 180 kilómetros de distancia y más de 12.000 metros de desnivel positivo, a lo que hay que añadir algunas partes realmente técnicas que añaden todavía más dificultad al trazado isleño.
Partía François D’Haene a las 4 de la madrugada del pasado sábado desde la pequeña localidad de Calenza, en el norte de la isla, pera llegar al final del recorrido en un tiempo acumulado de 31 horas y 6 minutos, rebajando en 54 minutos el anterior récord, que estaba en manos de Guillaume Peretti desde el año 2014.
Precisamente Peretti formaba parte del equipo que acompañó al corredor galo. Con él compartió kilómetros en las zonas más comprometidas y de las que Guillaume es un gran conocedor al ser un corredor local de la isla mediterránea.
Tras Kilian Jornet, en 2009, y Peretti, en 2014, es la tercera vez en más de seis años en la que se mejora el tiempo de una de los trazados más icónicos del trail running europeo. Tras cancelar su tentativa hace justo un año, François D’Haene ha conseguido uno de sus objetivos que tenía en mente desde hace años.
Una ruta hecha para los récords
El primero en batir el récord en esta ruta fue Patrick Costa, cuando en 1990 completaba por primera vez el GR-20 de Córcega en este estilo, parando el crono en un tiempo de 38h54’. El siguiente plusmarquista sería JF Lucciani, que estableció como nuevo récord las 37h07’. Luego el mejor tiempo pasaría a manos de Pietro Santucci y de ahí a Kilian Jornet.
Hace dos años, fue el gran corredor francés Julien Chorier, ganador de la HardRock 100, el último corredor que trató de batir el récord de Kilian Jornet, pero se vio obligado a abandonar por las condiciones climatológicas que se encontró en el último tercio del trazado, el más duro técnicamente hablando y en el que las tormentas le obligaron a parar cuando estaba cerca de batir la marca de Jornet.