Ahora, los aficionados al trail running ven como habitual que los corredores de montaña se pongan retos que lindan con el alpinismo. Kilian Jornet trajo al trail una visión que en también se conoce como alpinismo de velocidad, o speed climbing.
Pero hace 20 años, algunos pioneros del Skyrunning ya se proponían desafíos de este tipo. Entre ellos, destaca el italiano Fabio Meraldi, que podría considerarse como el primer corredor de montaña moderno.
Como no podía ser de otra manera, Fabio Meraldi mamó el mundo de la montaña desde que nació; lo hizo en el pueblo de Valtellina, una localidad empotrada en los Alpes italianos, muy cerca de la frontera con Suiza. Tras una infancia en clubes de atletismo, por fin conoció la filosofía del Skyrunning.
Pero antes del skyrunning vino su idilio con la nieve. En el mundo del esquí de montaña fue donde comenzó a forjar una leyenda que todavía pervive, cimentada sobre todo en la gran cita mundial de este deporte, la Pierra Menta, una competición en la que hizo historia como ningún otro esquiador.
En un total de doce veces se puso en la línea de salida de la Pierra Menta, la primera allá por 1989. Tras un debut con victoria, logró ganarla un total de 10 ocasiones, haciendo equipo con hasta tres esquiadores diferentes. Las dos veces que no ganó, consiguió acabar en el podio de honor, con un segundo y un tercer puesto.
A estas victorias, hay que sumarle a Fabio un sinfín de grandes resultados en el mundo del esquí alpinismo, pero fue justo en esa vorágine de victorias cuando comenzó su relación con el mundo del skyrunning, en el que se encontraría con figuras tan trascendentales como Bruno Brunod o Marino Giacometti.
Tras unas cuantas temporadas compitiendo en las pocas carreras que existían en las montañas italianas, pronto comenzó Fabio a interesarse más por los records de ascenso y descenso, ya que él mismo los veía como una actividad más interesante que las carreras. “Entre el cielo y un corredor, siempre hay una cima en medio y un corredor siempre busca llegar a ella también en términos filosóficos”, según Meraldi.
“Yo nací en las montañas, con un instinto innato para subir cualquier muro, sin importar su dificultad, porque esa es mi naturaleza. Pero son la tenacidad, la pasión, la dedicación y sobre todo el sufrimiento los ingredientes que hacen que sientas la montaña más cercana y amigable” relata Fabio.
Con esta filosofía, no era de extrañar que Meraldi comenzara a encontrar más motivación en el hecho de subir montañas lo más rápido posible que en la mera competición. Era 1995 cuando Fabio comenzaba a asentar las bases de esa mezcla entre montañismo y skyrunning.
En ese año, consiguió uno de los récords más impresionantes de su carrera, el ascenso al Mont Blanc desde Courmayeur, algo que que logró en un tiempo de 4h28’. En casi 20 años nadie fue capaz de rebajar ese tiempo, hasta que hace poco lo consiguió Marco de Gasperi. Un año antes ya había logrado otra plusmarca, esta vez en el Monte Rosa, un pico más alto que el Matterhorn gracias a sus 4.559 metros, que él ascendió en 3h14’.
Pero no era suficiente para un Meraldi que comenzó a pensar en el Himalaya como su próximo objetivo, concretamente el Shisha Pangma, uno de los catorce ochomiles. Allí, desde el campo base avanzado, logró hacer cima tras superar los últimos 2.600 metros de desnivel. En total invirtió 12 horas, un tiempo que en estos casi 15 años nadie ha podido superar.
El siguiente gran objetivo de Meraldi fue en otro continente. Así es como en 1999, en una expedición con otros dos grandes del deporte de montaña, Bruno Brunod y Jean Pellissier, se embarcó hacia el techo de Sudamérica, un Aconcagua de 6.962 metros. Ascender el monstruo americano, desde Plaza de Mulas (4.300m) hasta la cumbre principal, les llevó 3h40’, una hazaña que se hizo un hueco en las principales publicaciones del mundo de la montaña. Descender al mismo punto de partida les llevó apenas 70 minutos, tras pasar apenas cinco minutos en la cumbre.

En 2003 fue cuando Meraldi trató de acometer el reto más difícil de su vida, nada menos que conseguir el record de ascenso al Everest. Su filosofía era bastante clara: subir sin ayuda de oxígeno y con un límite de 24 horas para lograrlo, algo que parecía cerca de lo imposible, aunque tras lo del Shisha Pangma, nadie dudaba de que podría conseguirlo.
Pero no pudo ser; a unos 8.000 metros de altitud Meraldi se vio obligado a abortar su intento de record; “en mi ascensión al Everest me medí con elementos como el frío, la nieve, el viento, además de la fatiga mental y física. Viví momentos que te hacen disfrutar, pero también el miedo de no salir de aquello ileso, de no volver a casa. Es una sensación única” relataba posteriormente Meraldi.
La razón para no poder hacer cima fueron las malas condiciones climatológicas que se encontró a esa altitud, aunque había logrado llegar desde el campo base a los 8.000 metros en un tiempo de siete horas y media. En el lado positivo, Meraldi vio cómo su futura mujer sí que lograba llegar a la cima del Everest, aunque la decisión de esperarla para acometer juntos el descenso provocó algún momento peligroso, sobre todo por el poco material con el que había subido.
Tras esto, Meraldi ha seguido muy ligado al mundo de la montaña, con más actividades en montañas de todo el planeta, pero siempre con un pensamiento en mente; “no conozco a nadie que, al llegar a una cima, no haya cambiado nada en su interior. Quedarse allí arriba aunque sea un momento, y ver cómo cambia la luz o cómo se forman las nubes bajo tus pies, te hace sentir parte de algo que es mucho más grande que tú”.
1 comentario
Buen artículo que nos recuerda que lo que ahora es noticia ya lo fue hace muchos años con otros deportistas que mostraron el camino. Por lo general actualmente se repite lo que otros corredores ya hicieron, eso sí, unos minutos más rápido. Seguramente aún queda espacio para grandes ideas con más originalidad y exploración a ritmos altos. Además de estar fuerte conviene investigar què montañas y què rutas esconden los mapas.