Hace unos meses llegó a nuestros ojos el nombre de Tyler Andrews. Fue con la recuperación del récord de Karl Egloff en el Cotopaxi (5.897 m), que anteriormente le había usurpado el estadounidense. Unas semanas más tarde conocíamos sus hazañas en el Aconcagua (6.962 m), donde se llevaba un doble MTC de ascenso desde Horcones (hasta entonces también en manos de Karl), y desde las Mulas. Poco después pudimos hacerle esta entrevista.
Al buscar información sobre él descubrimos la sorprendente historia de un corredor venido del llano, con buenas marcas especialmente en maratón y 50K, y que ahora está volcado en la montaña, con especial interés y sorprendente rendimiento en la altitud.
A caballo entre Boston, donde nació, Flagstaff, donde vive a temporadas junto a Jim Walmsley, y Quito, donde reside buena parte del año, Tyler tiene solo 29 años, una historia vital impresionante y muchos sueños por cumplir.
“Compito mejor entre las 50 y las 100 millas”
¿Quién es Tyler Andrews?
Mi carrera es la de un fondista de asfalto. Empecé en la universidad con 5K, 10K, media maratón y maratones… y me gustaron mucho los 42 km. Llegué a competir en dos pruebas clasificatorias para los Juegos Olímpicos. Siempre me ha gustado la montaña, pero antes solo lo hacía entre temporadas, porque era muy distinto del entrenamiento de asfalto.
¿Cómo empezaste en el trail?
Empecé con el FKT del Camino Inca de Perú y me enamoré. Ahora estoy más enfocado en retos de ultratrail y de altitud. Es una mezcla de dos cosas que me encantan, por un lado el fondo y por otro la montaña. Y además me veo compitiendo con leyendas como Karl Egloff o Kilian Jornet.
¿Cuáles son tus planes ahora, seguir combinando llano y montaña?
Ahora estoy preparando las 100 millas de Leadville, en Colorado (EE.UU.). Creo que haré un maratón de asfalto en mayo, pero mi futuro es en la montaña. El nivel en los trials de maratón es increíble, tienes que correr en 2h09’ para entrar en el equipo de Estados Unidos. Yo tengo una marca de 2h15, si me esfuerzo mucho tal vez podría bajar a 2h12’, pero eso no vale nada. Por no hablar de que en África están corriendo en 2h02’. En la montaña sí que puedo competir con los mejores del mundo y eso es algo que me motiva mucho.
“De adolescente era lento, pero me encantaba entrenar”
¿Te interesan solo las ultras o también pruebas más cortas?
También más corto. Por ejemplo, el Cotopaxi es un récord de 1h30’. Sin embargo, me he dado cuenta de que siempre he mejorado cuando subo la distancia. Estoy buscando dónde puedo competir mejor y ahora pienso que es entre las 50 y las 100 millas (80 y 160 km). Tengo que mirar porque es muy diferente algo como Leadville o Western States, que Jim ha hecho en 14 horas, con otras como UTMB, que puede durar 20 o 24 horas.
¿Cuándo empezaste a correr?
Desde el colegio, pero era un niño sin mucha velocidad. Muchos corredores profesionales en Estados Unidos ya estaban superfuertes cuando tenían 15 o 16 años. Yo de adolescente era lento, pero me encantaba entrenar, así que fui mejorando poquito a poco cada año. En la universidad, corrí los 5K en 14’45” y los 10K en 30’22”, que son buenas marcas pero no profesionales. De hecho, son más lentas que las mejores mujeres. No tenía planeado conseguir un contrato, pero sí quería entrenar y seguir mejorando.
Ahora te dedicas profesionalmente a correr, ¿te dedicas en exclusiva? ¿Qué has estudiado?
En realidad, la mitad de mis ingresos vienen de correr y la otra mitad de entrenar a otras personas. En la Universidad estudié Ingeniería Mecánica, pero eso casi nunca lo he usado. Cuando terminé pasé un año entrenando y conseguí un contrato de Hoka. Pensaba que sería cosa de un año y han pasado casi 10. Hace dos años lancé una empresa de entrenamiento en Estados Unidos, que también me está ayudando con los ingresos y que conecta con más gente que está entrenando para conseguir sus propias metas. Seguiré con ello cuando deje de competir.
“Doy gracias a la vida por estar aquí y no quiero desperdiciarla”
Hemos leído que tuviste un grave problema de saludo cuando eras muy niño.
Cuando tenía 6 o 7 años tuve un tipo de cáncer de sangre, bastante grave. Durante casi un año estuve aislado en casa, con una fuerte medicación. Con suerte y gracias a la fuerte comunidad médica de Boston, pude pasarlo y ahora estoy en remisión. Ahora me siento muy sano, eso fue hace 25 años.
¿Te cambió esa dura vivencia como persona o como deportista?
Sobre todo la forma en la que me relaciono con mi familia y con la vida en general. En este momento, conocí la fragilidad de la vida y ahora estoy muy agradecido de estar aquí y no quiero desperdiciarlo.
“El Aconcagua es una de las Siete Cimas y por eso tiene un montón de reglas y un montón de gente”
¿Qué nos puedes contar del Aconcagua?
El Aconcagua es una de las Siete Cimas y por eso tiene un montón de reglas y un montón de gente, lo que la hace distinta de las montañas que conozco. Por ejemplo, he estado entrenando en el lado chileno de la montaña, en lo que se llama la Puna de Atacama, un plano a casi 4.000 m que tiene 25 seismiles en los que no hay nadie. Para mí eso es un paraíso, puedes ir al Ojos del Salado (6.893 m), la segunda montaña más alta de América, y estar solo. Solo son 60 m menos que el Aconcagua.Estuve allí como un mes con un amigo. Fuimos a Plaza de Mulas y eso es como una ciudad, con cientos de tiendas, electricidad, internet… La montaña es similar, muy seca, alta y no es técnica, pero la logística es completamente diferente.

¿Cómo fueron los retos?
El primero desde Las Mulas hasta la cima [3h32’] no era parte del plan inicial. Fue reconociendo el recorrido en los primeros días cuando me di cuenta de que era posible. Subí como al 70-80% y bajé el récord de ascenso en 6 minutos. La bajada estaba muy complicada porque había un montón de gente allí, así que fue imposible intentar la marca de ida y vuelta. Mi foco estaba puesto en la ruta larga, desde la entrada de Horcones, pero los siguientes días fueron de mucho viento, con 150 km/h en la cima. Nos quedamos entrenando más abajo.
Y finalmente llegó la ventana de buen tiempo.
Y todos la estábamos esperando. El lunes 24 empecé a las 06:00 horas y en la primera parte muy corrible hasta la plaza de las Mulas bajé en 30 minutos el tiempo de Karl. De allí al segundo capo, el Nido de Cóndores a 5.600 m, donde estaba mi compañero y cambié el equipo de correr por el de escalar (zapatos, crampones, chaqueta…). Allí tuve el primer problema pues rompí un crampón enseguida, pero encontré el tornillo y lo pude arreglar. A 6.600 se me volvió a romper, pero ya no lo encontré así que tuve que apañarlo con un cordino. Finalmente llegué a la cima en 7h35’, bajando el crono en unos 20 minutos.
“En la montaña siempre pasan cosas que no son parte del plan”
Una gran marca.
Mi idea y mi ritmo eran para bajar el tiempo de Karl en más de 1 hora, pero no fue posible por el crampón. Bajé lo más rápido que pude pero Karl es una máquina en los descensos técnicos y yo, como corredor de pista y asfalto, es donde tengo que trabajar más. Me ganó en la bajada hasta Plaza de Mulas y después mantuvimos un ritmo muy parejo en el último tramo. En realidad, en la montaña siempre pasan cosas que no son parte del plan y que tienes que gestionar en el momento. La montaña siempre decide. Me fui contento y quiero regresar el año que viene para romper la gran marca.
Después del Aconcagua, ¿se te pasan por la cabeza montañas más altas?
Sí, me interesa mucho la altitud y los ochomiles, pero eso es otro tipo de expedición. Necesitas más fondos para poder hacerlo, pero sí que me interesan. Ahora mismo me interesa mucho la montaña en los Andes. Voy a estar en Quito una temporada y seguro que regresará en algún momento al Cotopaxi, donde Karl y yo hemos ido bajando los tiempos poquito a poco [ahora mismo el récord es de Egloff con 1h27’].
“Me gustaría empujar los límites por encima de los 8.000 metros”
¿Cómo es la vida en Ecuador? ¿Cómo es la escena del trail allí? ¿Entrenas con Karl?
Empecé entrenando con corredores de pista muy fuertes, con el entrenador Franklin Tenorio, que es uno de los mejores maratonianos del país con una marca de 2h10’. También con otro entrenador llamado Fredy Moposita. Con Karl nos conocimos gracias a la comunidad de extranjeros viviendo en Ecuador. Es una gran persona a la que le tengo todo el respeto del mundo. Ahora somos un poco rivales, pero amigos por encima de todo. La comunidad allí es increíble, conozco a mucha gente del asfalto y del ultratrail. Por ejemplo, a Joaquín López que ahora está en España y que fue sexto en UTMB [2019], el mejor resultado de un latino allí. Hay un montón de personas con un nivel muy alto para ser un país tan pequeño.
Por último, cuéntanos un sueño que tengas como corredor.
De carreras, el UTMB es el rey. Es el sueño de cualquier americano, pues ninguno lo ha ganado todavía en hombres. De otro tipo de récords, sería un ochomil. Para empezar me gustaría hacer algo como el Cho Oye, que es menos técnico, para ver cómo me siento. Y si algún día pudiera ser, también los más grandes. Me encanta la altitud y quiero empujar los límites por encima de los 8.000 metros.
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