Este año no has podido correr la Ultra Pirineu. Supongo que será algo frustrante porque es de tus favoritas…
Creo que es, no sé si la mejor, porque esa será el UTMB con diferencia, la que más me marcó, porque fue mi primer ultra trail. Aquí viví mi peor momento deportivo, en 2012, con la hipotermia que sufrí. El año pasado fue especial porque logré un podio en una carrera con mucho nivel y fue reivindicativo. Guardo muchos recuerdos, pero bajando por el Mont Blanc me fisuré una costilla y no pude correr porque me aconsejaron que no lo hiciera para recuperar. Pero me hacía mucha ilusión ir a Bagá.
Siendo tu favorita, ¿cómo ves los cambios de recorrido?
Me lo explicaron todo antes de la carrera. Para mí, el mejor recorrido es el original. Sé que el año pasado, por circunstancias de seguridad y ambulancias, se añadió ese segmento nuevo. Luego se hizo otro cambio por el tema de los refugios. El nuevo recorrido no lo conozco, pero me aseguraron que no se pierde nada de encanto.
¿Cómo recuerdas, un mes después, tu actuación en el Ultra Trail Mont Blanc?
Tuve la suerte de que en 2012 pude ganar la CCC, que es la carrera corta del UTMB, pero la prueba larga no tiene nada que ver. Este año me di cuenta de que a nivel mediático la importante de verdad era el UTMB. Hace muchos años que corro, pero tenía dudas de cómo rendiría mi cuerpo en distancias tan largas, después de 20 horas. La llegada con Iker fue algo genial y me quedé muy contento. Cuando te marcas un objetivo de temporada como este, importante, donde todos queremos rendir bien, hacer segundo te hace sentir realizado y contento de ver que el trabajo que has hecho ha valido la pena.
¿Te lo esperabas?
No; había un elenco de corredores de gran nivel y si a eso sumas mi falta de experiencia, tenía muchas dudas. Sabía que llegaba bien de forma, pero una cosa es ir bien y otra que no te pase nada en una carrera tan larga. Tuve crisis y bajones, que es lo habitual en estas carreras, pero me quedo con que lo pude superar, que el coco me funcionó muy bien y fue un momento muy bueno.
¿Cómo preparaste el salto a las 100 millas?
Yo no soy el ejemplo ideal, por mi manera de ser y de entrenar, además del poco tiempo que tengo entre trabajo y familia. Por eso no tengo tiempo para hacer muchos kilómetros. Así, ampliamos un poco el tema de kilometraje en los entrenos, pero supongo que soy de los que menos kilómetros he hecho para una prueba tan larga. Creo que los kilómetros los llevo asimilados de todos los años corriendo. Aposté por entrenos más cortitos, pero siempre con ritmos más altos de los que hace la gente.
La única diferencia fue que un mes antes entrené en el circuito, junto a Dani Salas, que es mi entrenador. Preparamos la parte que no conocía, además de mirar el tema de alimentación en carrera, que es lo que más me preocupaba. Al final, a partir de las 15 horas, lo que has entrenado o preparado de alimentación, no sirve para casi nada. Lo que hay que hacer es saber adecuarte al momento donde te pega la pájara o cuando tu cuerpo no quiero comer más. Improvisar es importante y creo que lo hicimos bastante bien.
¿Cuál fue el peor momento del UTMB?
Sabía que habría un par de momentos malos, pero lo que nunca había probado en mi cuerpo es el no tener hambre, tener el estómago completamente cerrado. En las de 100 kilómetros tienes bajoncitos, pero más tarde o temprano, algo de comida entra. Pero en el UTMB tuve problemas gástricos y además se me cerró el estómago. Llevaba unas horas sin comer y cuando François atacó le intenté seguir, en el kilómetro 100, y lo pagué con una pájara importante. Llegué a Champex-Lac, digamos que no en mi mejor estado, y coincidió con una conexión en directo para la TV.
Pero me había preparado un plan B, a base de suero oral, por si no entraba la comida. Con esta opción, más los geles que iban entrando, pero me di cuenta de que allí entran factores, a partir de las 15 horas, más allá de lo físico, sino mentales, el superar momentos malos a nivel psicológico. Es casi más importante que el trabajo físico.
Hablas de la importancia de la mente. ¿Eso se puede entrenar?
Creo que no se puede entrenar y por tanto lo tienes que probar en carrera. Eran situaciones nuevas y las solventé, como siempre digo, gracias a pensar en mis hijos, que me dan mucha fuerza. La gente tendrá sus propias opciones. Eso, más los ánimos de los mallorquines que me animaban, me dio lo que me hacía falta. Es fácil pensar que no vas a llegar a la meta, pero se sube un escalón más a nivel psicológico, superar el bache, y seguir tirando.
Cuentas que tienes hijos, además de tu trabajo fuera del trail. ¿Cómo te las apañas para sacar tiempo?
Siempre me preguntan por esto y siempre digo lo mismo. El tiempo que estás con tus hijos lo pierdes de entrenar, lo que supone menos tiempo para ello, pero lo que la gente que no los tiene no sabe es que hay una recompensa mucho mejor, que es que te da una gran fuerza saber que tienes tres bichos que están pensando en ti…
Es complicado de explicar, pero en el UTMB intenté explicar que el chupete que llevaba, de mi hija, es mi “dóping psicológico”, ya que me daba una fuerza complicada de explicar pero que a mí me sirve. Cuando entreno y compito, no estoy con mis hijos, y así me auto-compenso que el tiempo que estoy sin ellos ha valido la pena. Es difícil de poner en palabras, pero es un sentimiento de que tengo que acabar la carrera.
¿Cuánto tiempo para entrenar tienes a lo largo de la semana?
Sería mejor si el día tuviera más horas, pero como hay 24 horas, se consigue una combinación imposible. Intento estar el máximo tiempo posible con mis hijos, cumplir en el negocio que tengo con mi hermano y luego combinar con mi entrenamiento. No es algo fácil, pero sí es posible.

Soy de los que pienso que los que llevan mucho tiempo corriendo, el concepto de no entrenar tantas horas pero que sean de calidad, sirve muy bien para montaña. Yo vengo del atletismo, pero creo que con más kilómetros ganas resistencia, pero también es más riesgo de lesionarte. Yo entre semana hago entrenos cortitos, de una hora y media o dos horas, y el fin de semana sí que hago más kilómetros. Esta combinación es lo que me sirve.
Entonces ¿las 100 millas se quedan dentro de tus objetivos futuros?
Día a día me voy sorprendiendo. Con 42 años aún estoy rindiendo bien; cuando pasé de los 40 creía que me quedaba poco de competir al más alto nivel, pero ahora veo que las 100 millas las he aguantado bien y me apetece dar el salto a las 100 millas. Quería tocar terrenos nuevos a nivel físico y psicológico y me he encontrado bien.
Alguna en mente…
No; a lo mejor para este final de temporada voy a la TNF San Francisco. De cara al año que viene me apetece probar nuevas carreras, más largas aunque sin olvidar pruebas más cortas. Porque ser rápido no perjudica rendir en ultras y tener resistencia.
Nos hablabas de tu pasado en asfalto pero, ¿sigues corriendo por carretera?
Cada vez hago menos asfalto, pero sí. Vengo del atletismo y me apasiona la montaña, pero cuando termina la temporada de montaña, me gusta hacer mes y medio de específico para asfalto y ver que soy capaz de correr un maratón en 2h25’, me hace sentir que aún soy relativamente rápido. Creo que aunque compita en ultras, el poder correr rápido en asfalto es un punto importante.
¿Alguno de tus hijos lleva camino de seguir tus pasos?
Hacen lo que quieren. Con cuatro años, mi hijo Toni entró en fútbol, pero a los cinco ya había escuela de atletismo, él mismo dejó el fútbol y se metió a atletismo porque el papi hace atletismo. Pienso que los hijos tienen que hacer lo que les gusta. El deporte sí, porque es un aspecto importante de la vida, que les ayuda a conocer valores como superación y esfuerzo, pero siempre la actividad que quieran.
Toni lleva dos años haciendo atletismo de base, tocando todas las disciplinas, con saltos, carreras… El atletismo es una base para cualquier deporte, algo ideal porque si lo haces bien tocas muchas ramas. Mi hija Xisca, de 4 años, para diciembre ya puede entrar en la escuela de atletismo, por lo que tendré a dos de mis tres hijos metidos en atletismo, aunque luego harán lo que les guste a ellos.
Debe ser una gran sensación verlos correr…
Si dijera que no me gusta, mentiría, pero no sólo por ser el deporte que yo hago, sino como te decía, porque es una buena base para otros deportes. Verlos correr, con la camiseta de la escuela de atletismo que lleva mi nombre, es muy gratificante.
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