Rafaela Román del Río es uno de los nombres fuertes del ultratrail andaluz. Una mujer que en pocos años ha sorprendido con una fortaleza y perseverancia que le han permitido conquistar algunas de las grandes citas del sur español. Su última exhibición llegó el pasado fin de semana, ganando la Gran Vuelta Valle del Genal. Era su primera carrera de 100 millas.
Al preguntarle sobre el desarrollo de la misma, coge aire. Siento que la vivió con intensidad y que en esa exhalación revive el torbellino de sensaciones que la envolvieron en los 166 km. Entonces empieza, con su voz tenue y tranquila, desde el principio: “Antes de la salida, la gente de mi entorno estaba muy nerviosa. Yo, sin embargo, confiaba en mi plan, que era estar las siguientes 32-35 horas corriendo, a un ritmo muy tranquilo y constante”, recuerda.
Le sacó buen provecho a la estrategia. Los kilómetros jugaron a su favor y tras pasar quinta por tras la primera subida al refugio (km 15), fue incesantemente remontando posiciones. El último adelantamiento llegaba en las inmediaciones de Gaucín (km 146). 20 kilómetros después era recibida en la línea de meta parando el crono en 28 horas y 38 minutos.
“Sabía que en estas carreras llegan muchos problemas que hay que afrontar. Esta vez fueron molestias musculares, pero también mucho sueño y alguna pájara”, cuenta orgullosa ‘Rafi’, que encontró en la noche y en los tramos de asfalto sus principales escollos. “Claro que hubo momentos en los que me planteé por qué seguir, para qué castigar tanto mi cuerpo si los premios, al fin y al cabo, no son para tanto. Pero me había prometido que llegaría a la meta y que lo haría sin lesionarme. La competición siempre estuvo en un segundo plano. De hecho, solo me lo planteé al final. No puedes tomarte de otra manera una carrera de 100 millas”.
“Me parecía imposible que la gente pudiera correr por estos senderos”
La de Estepona lleva corriendo aproximadamente 7 años. Como muchos otros, empezó “al cumplir una edad”, cuando dejó de fumar y se volcó en una vida más saludable. Tras un periodo de senderista, unos amigos le introdujeron en las carreras por montaña. “Me parecía imposible que la gente pudiera correr por estos senderos, por estas subidas”, ríe la andaluza que se estrenaría en la competición en la Pinsapo Trail 2011. “No tenía ni idea -continúa. En la víspera me fui a reventarme al gimnasio y durante la carrera me hinchaba a comer y beber en los avituallamientos”. Consiguió llegar a meta y, lo más importante, se lo pasó “en grande”.
Unos años más tarde, con el gusanillo ya metido en el cuerpo, un amigo con el que fue a entrenar le convenció para tomárselo más en serio. Cambió su mentalidad y los resultados empezaron a llegar. Pero además de los podios y algunas victorias (como las del Maratón de Sierra Blanca 2016, la Bandolerita 2016 o las 100 Millas Bandoleros 2018), el deporte le regalaría otras cosas más útiles e importantes para su vida.
“Tienes que saber ponerte en la piel de otra persona, ser su cerebro y responder a sus necesidades físicas y psicológicas”
“Mi madre tiene Azheimer y yo soy su cuidadora principal. Aunque no se hable demasiado, es un trabajo muy duro. Te exige dar lo mejor de ti cada día, ser muy paciente e intuitivo. Tienes que saber ponerte en la piel de otra persona, ser su cerebro y responder a sus necesidades físicas y psicológicas. El trail running es todo lo contrario. Es velocidad, explosión y, sobre todo, furia. Corriendo descargo toda la rabia y la impotencia que siento al ver que la enfermedad está consumiendo a una persona que quieres y que tú no puedes hacer nada”, explica ‘Rafi’ Román, que también ha sabido aprovechar lo aprendido en las durezas de la vida para mejorar como corredora: “Creo que este trabajo me ha dado mucha paciencia. Aguantar los malos tragos, mantener la calma y esperar el momento son mis claves también en las ultras y, por lo que se ve, no se me dan tan mal”.
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