Hay que ser muy testarudo para completar la vuelta a Menorca por su icónico Camí de Cavalls. Son 185 km sin mucho desnivel, “solo” 3.500 m positivos, pero sobre un firme poco agradecido, lleno de piedras, barranqueras y continuos sube y bajas que desesperan a cualquiera. Pero, además, hay que ser muy rápido para hacerlo en menos de 19 horas, a una media inferior a los 6’10”/km durante día y noche. Eso fue lo que hicieron el fin de semana pasado Antoine Guillon y Pere Garau en la TMCdC, donde vencieron ex aequo, aunque lo más sorprendente fue la historia que traía el balear. “Estoy muy contento con el tiempo que he hecho, pero mi principal objetivo era simplemente terminar. Esta es una de las cuatro islas que me he propuesto rodear este año para ayudar en la lucha contra la enfermedad de Andrade”, explicó tras cruzar la meta.
De hecho, era la segunda. El pasado 2 de marzo ya completó los 76 km de la Formentera All Round, finalizando en segunda posición tras Tòfol Castanyer, y en lo que resta de temporada quiere sumar los 150 km del perímetro de Ibiza, que ha programado para el mes de julio, y los 430, aproximadamente, con los que circunvalará Mallorca en diciembre. Por si esto fuera poco, “este año he conseguido los puntos para el UTMB, así que no podía pasar la oportunidad, y para colmo voy a ir también a una carrera de ensueño como la Everest Trail Race. De ahí viene el eslogan de 4 islas, 2 retos 1 causa. Me esperan muchos kilómetros”.
Un deportista metido a repartidor…
Pere Lluis Garau trabaja como repartidor en una de las empresas con mayor solera de Baleares, las galletas Quely. Son 10, 11 y hasta 12 horas diarias con el camión que no le han quitado, sin embargo, las ganas de salir a entrenar y conseguir un estado físico envidiable.
“Hasta los 29 años jugué a fútbol sala a nivel estatal y no necesitaba demasiado tiempo para ponerme en forma. En la última temporada, el mal rollo se apoderó un poco del vestuario, así que decidí cambiar el balón por la bicicleta para salir a airearme. Me enganchó y pronto me puse a competir hasta que un día se me rompió el cuadro de carbono. Tenía que estar 3 meses sin salir así que viviendo en Lloseta, al lado de la montaña, probé esto de correr. Tenía 36 años entonces y ahora, con casi 44, puedo decir que es lo más disfruto. Eso sí, cada vez prefiero más las carreras largas, en la que el ritmo no es tan agobiante”, recuerda el atleta nacido en Caimari.
… y portador asintomático de Andrade
Por aquel entonces, Garau ya sabía que era portador de Andrade, una enfermedad neurodegenerativa rara (unos 8.000 afectados en todo el mundo), de la que todavía no se ha encontrado una cura real. Los síntomas, afortunadamente, todavía no se han manifestado en su cuerpo, aunque sí lo empezaban a hacer en el de algunos familiares cercanos. “Mis dos primas se involucraron en la Asociación Balear que se preocupa de esta dolencia, buscando información sobre tratamientos y organizando actos y conferencias. Me decían que participase, pero egoístamente siempre encontraba algo mejor que hacer. Y eso que sabía que si se despertaba la enfermedad, serían a las primeras a las que pediría ayuda”.
Hace algo más de 2 años, en uno de los chequeos médicos a los que el mallorquín se somete anualmente, saltaron las alarmas. Las paredes de su corazón tenían un grosor muy superior al habitual, algo que alertó a los médicos. “Se me cayó el mundo a los pies. En ese momento me di cuenta de lo vulnerable que era, lo cercanos que podían estar los problemas. Al final todo quedó en un susto. Parece que era el propio deporte el que había desarrollado mi corazón fuera de lo normal”.
Fue a partir de este sobresalto que decidió que quería hacer “algo, lo que fuera” para sumarse a la lucha contra el Andrade. “Tras darle muchas vueltas, ha salido este bonito proyecto de ultrarresistencia, que es lo que a mí se me da bien. Así surgió este proyecto que ahora es el motivo por el que estoy corriendo tanto. Cuando siento que ya no puedo más, pienso en la gente que está sufriendo la enfermedad y las fuerzas vienen solas”.
