Mario Mendoza Jr. es una persona que deja huella. Su mirada limpia y alegre invita a sumergirse en su profundo interior, cimentado sobre marcadas creencias espirituales y esculpido por una vida en los Estados Unidos que no siempre es fácil para alguien de origen latino.
Nacido en San Clemente en el seno de una familia mexicana, se crió en un racho de aguacates en Cambria, ambas en California, y se puede decir que el ultrarunner acabó corriendo por las montañas de rebote. Algunos problemas físicos le distanciaron de su pasión por el fútbol, que en su juventud era su deporte rey, para llevarlo poco a poco hasta el atletismo y las carreras por montaña.
Ahora, afincado en Bend (Oregon) y a punto de recibir a su primer hijo, Mendoza es uno de los corredores más en forma del panorama americano. Solo este año ha ganado la Bandera 100K, ha sido tercero en el Lake Sonoma 50M y sexto en el Campeonato del Mundo celebrado en mayo en Penyagolosa Trails, donde pudimos hablar largo y tendido con él. Su próximo objetivo ahora es la mítica Western States 100, donde espera copar parte del protagonismo que ahora recibe el duelo entre Jim Walmsley y François D’Haene.
“Me gusta esa sensación de haberlo dejado todo en los senderos, siempre aprendes algo nuevo”
¿Entrenar o competir?
Cada uno tiene su beneficio. Cuando entrenas puedes disfrutar un poco más de las montañas, aunque yo prefiero competir, aunque no me vaya bien. Me gusta esa sensación de haberlo dejado todo en los senderos, siempre aprendes algo nuevo.
¿Es la competición contra los demás o contra ti mismo?
Tampoco puedo elegir. Lo que hace la montaña es desnudarme hasta el punto de dejarme solo conmigo mismo. Allí no puedes escaparte, así que ves cómo eres realmente y sientes que aprendes lo que debes hacer mejor, cómo ser más humilde y cómo ayudar más a la gente. Porque una cosa es hablar y otra, hacerlo. En esos momentos me siento como si fuese polvo.
“Es fácil que uno se vaya distrayendo con las identidades que le ofrece el mundo sin mirar en su interior”
¿Por qué polvo?
Para mí, Dios es lo más grande, soy una persona de fe y desde niño es lo que yo he buscado. Salgo a la montaña para encontrarme con él, para entenderlo mejor.
En un mundo tan social como el del trail, ¿qué importancia tienen esos momentos soledad?
Compartir con la comunidad es muy positivo, pero es importante aprender a ser uno mismo y a no tomar la identidad en todas las cosas que te va trayendo el mundo, porque todo pasa muy rápido. Un día te ven de una manera y otro día de otra, y es fácil que uno se vaya distrayendo con las identidades que le ofrece el mundo sin mirar en su interior.
“Lo que somos no nos lo da el mundo, es nuestra esencia”
¿Y dónde encontramos lo que realmente es cada uno?
Lo que somos no nos lo da el mundo, es nuestra esencia. Por eso no va cambiando sino que siempre es la misma. Lo encontramos en las cosas que nos gustan, con las que nos sentimos bien. Por ejemplo, mi esposa tiene una conexión especial con el mar, mientras que yo la tengo con las montañas, así que estamos buscando un sitio donde los dos podamos realizarnos.
¿Qué importancia tienen los resultados en la identidad de un atleta?
Lo importante es sentirse bien con uno mismo. He visto a muchos deportistas triunfadores que sin embargo nunca encuentran esa felicidad. Si solo te llenan los resultados siempre estarás pensando en ganar la siguiente carrera y así no se sentirás nunca completo. Yo ahora siento que en los últimos años ya he conseguido todo lo que quería en mi vida deportiva, me siento feliz y me gustaría que todos se sintieran así.
“Me idéntico mucho con la gente hispana y estoy muy orgulloso de mis orígenes”
Háblanos de tus orígenes.
Mis padres son del pueblito de Jiquilpan en Michoacán (México). Vinieron a EE.UU. trabajar en el campo, luego en la fábrica, y poco a poco empezaron a echar raíces. Se casaron y yo nací en California. Es chistoso porque en mi infancia solo hablaba español, tanto en mi casa como mi familia, primos y amigos. Por eso me idéntico mucho con la gente hispana y estoy muy orgulloso de mis orígenes.
¿Te sientes más de un sitio que de otro?
Nací en EE.UU., me he adaptado a la cultura de allí y he entendido las oportunidades que este país me ha dado, por lo que estoy muy agradecido. En México la gente es muy amable, da abrazos de los que se sienten de verdad y me apoyan un montón. Así que siento que soy los dos, un norteamericano con sangre mexicana.
“Mis padres son mis héroes. Tuvieron que empezar desde lo más bajo, trabajando de sol a sol en las huertas”
Imagino que no fue fácil la vida de tus padres.
Ellos son mis héroes. Tuvieron que empezar desde lo más bajo, trabajando de sol a sol en las huertas. La vida se lo puso muy difícil y uno no puede ignorarlo, porque eso forma parte de mí también. Sin haber recibido ninguna educación, han conseguido llegar muy lejos con su esfuerzo. Mi madre lleva ahora 16 trabajando en educación, es una mujer muy conocida y alegre.

¿Cómo fue tu infancia?
A mí me tocó solo un poco de esa vida dura. Por ejemplo, cuando era niño les ayudaba a trabajar a la salida de la escuela. Lo hacíamos juntos y aprendí allí cómo funciona la vida, el trabajo, cómo manejar los camiones y la importancia de la familia.
“Sigue habiendo racismo, no solo allí, sino en todo el mundo”
¿Sigue habiendo racismo en EE.UU.?
Desgraciadamente sigue habiendo racismo, no solo allí, sino en todo el mundo. Eso sí, de mis padres aprendí que es mejor no enojarse y ser una persona que buscas la unidad y la convivencia. Ellos nunca han peleado, sino que intentan traer cosas positivas, y eso es lo que me gustaría hacer a mí también. En este sentido, el Mundial fue un símbolo en el que gentes de muchos países se unen para disfrutar de algo juntos.
¿Has sentido esta discriminación a la hora de los patrocinios?
Sí, llevo desde 2010 ganando carreras importantes y nadie llamaba a mi puerta mientras veía que otros con una sola carrera ya conseguían un buen patrocinador. Ese fue un momento difícil en mi carrera y se me subió mucho el orgullo a la cabeza. Empecé a salir alocado, corriendo más para demostrarle a la gente mi valía que para mí mismo, y así no se debe correr. Fueron 2 o 3 años en los que aprendí eso y ahora simplemente trato de hacerlo lo mejor posible en cada oportunidad que tengo.
“Desde hace 5 años estoy trabajando en una compañía de software”
¿Ahora mismo eres profesional o tienes otro trabajo?
Desde hace 5 años estoy trabajando en una compañía de software. La mayor parte del tiempo estuve a jornada completa, aunque ahora reservo más tiempo para correr. También colaboro con una iglesia que se llama Father’s house.
Volviendo al mundo del trail. ¿Qué te pareció el Mundial de Penyagolosa?
Era mi tercer Campeonato del Mundo de Ultra y fue un evento realmente competitivo y bien organizado. No entiendo por qué aquí no merece la atención que sí le dan otros países como España. Algo tiene que ir cambiando para que los EE.UU. también intenten estar arriba en esta competición.
“Para mí es bonito ver cómo para Luis Alberto, aunque salga campeón, le importa más dónde llega el equipo”
¿Con qué te quedas de la experiencia?
A nivel deportivo fue un gran día para mí, sufriendo y disfrutando con grandes corredores como Ludovic Pommeret. Me gusta mucho la idea de correr como equipo y por eso ha sido una de mis carreras del año. Para mí es bonito ver cómo para Luis Alberto, aunque salga campeón, le importa más dónde llega el equipo.
En Europa tenemos el estereotipo de que el estadounidense es un corredor un poco alocado, que sale a tope desde el primer kilómetro y a veces acaba desfondado antes de tiempo.
Generalizando, son maneras distintas de correr. Allí hay muchos tramos de pista, por lo que aunque estés sin piernas puedes seguir avanzando. Si en los desniveles europeos te destrozas así no puedes continuar. De todas maneras cada vez hay más estadounidenses aprendiendo de esta diferencia, compitiendo más en Europa y respetando más a la montaña.
“Fue un día en el que sentí que salía de mi propio cuerpo”
¿Cuál es el mejor recuerdo que tienes de una carrera?
Fue en un campeonato nacional que tuvimos en Moab (Utah). Nadie me tenía entre los favoritos, pero en mi interior había una pequeña esperanza de hacerlo bien y al final pude ganar al mismísimo Joseph Gray. Fue un día en el que sentí que salía de mi propio cuerpo. Tenía tanta emoción que era como un sueño. Ese día marcó un punto de inflexión en carrera porque empecé a confiar más en mis posibilidades.
Háblanos de tus referentes, de algún corredor que te haya inspirado.
Allí en Oregon, mi amigo Max King es muy buen corredor, pero también muy buena persona. Me ha ayudado desde que empecé. Es de esas personas que no hablan mucho, pero que están ahí cuando las necesitas. Entre los españoles, Luis Alberto, Crístofer Clemente o Pau Capell me gustan porque son tranquilos y amables, y por supuesto Kilian Jornet. Él es una persona de montaña que hace esto porque le gusta, no tiene que impresionar a nadie.
¿Cuál es ahora mismo la carrera en la que te gustaría triunfar?
A corto plazo la Western States, que va a ser la carrera final de mi temporada, pero a largo plazo me encantaría hacerlo bien en el UTMB. Este año estaba invitado pero nacerá nuestro bebé en esas fechas, por lo que intentaré ir en 2019.
