El pasado fin de semana Luis Alonso Marcos venció en los 100 km del Desierto de Namibia. Una carrera de cuatro etapas entre las dunas más altas del mundo en las que la estrategia fue la clave de la victoria del segoviano. “He aprendido que este tipo de pruebas se ganan en la etapa larga, en este caso la tercera, que era un maratón. Hay que ser muy frío y confiar mucho en tu plan, porque arriesgas mucho al principio, pero cuando ves que lo que habías previsto se va cumpliendo…”, nos explica al teléfono.
Y sabe de lo que habla. Apenas dos mes antes hacía una jugada parecida sobre las arenas del Sáhara. “Yo no soy un corredor que, a mis casi 46 años, pueda ir forzando a 3’30”/km. Si entro en ese juego me destruyo, pero sí que puedo sostener un ritmo de entre 4’00”/km y 4’30”/km durante mucho rato. Además, las subidas en las dunas son un terreno más favorable para mí, que estoy acostumbrado a la montaña, que para alguien que venga del asfalto”.
El de La Granja (Segovia), un veterano de las carreras por montaña, ha vuelto al candelero con sus dos victorias. Eso sí, ya no es aquel chaval que luchaba por el top10 en pruebas de la Copa del Mundo de Skyrunning. Tampoco el que en 2013 completó el Grand Slam Marathon. Ahora las responsabilidades laborales y algunos problemas físicos le obligan a vivir el deporte de una forma más sosegada, pero con la misma pasión.
“Puedes estar corriendo durante varias horas con 30-35º C encima. Sudas hasta cuando estás parado”
En poco tiempo, has hecho un máster en correr por el desierto. Danos algunos consejos.
Lo más importante es prepararlo bien, de forma específica. Yo, por ejemplo, hice un stage de una semana en septiembre en Fuerteventura, donde corrí unos 150 km. Cambian muchas cosas y hay que cambiar hábitos de hidratación, nutrición e ingesta de sales. Piensa que puedes estar corriendo durante varias horas con 30-35º C encima. Sudas hasta cuando estás parado, por lo que hay que tener unas pautas estrictas para beber agua y tomar sales, y que el cuerpo nunca entre en descompensación.
Sabemos que te gusta viajar y correr, ¿cómo los combinas?
Es un pecado ir a según qué lugares, con lo difícil que es llegar, y no visitarlos. Aunque a veces no se puede. Yo intento quedarme unos días después de la competición para conocer y empaparme de la cultura, gastronomía, de los paisajes, de la gente… Al final de las carreras te quedas con esas experiencias, más que con los puestos. Por ejemplo en Namibia he visto un país que es el doble que España en extensión, pero que solo tiene 2 millones de habitantes. ¡Eso sí que es despoblación! Nos ponían de comer oryx, impalas, ñus…
“Siempre me llevo algo de jamón de casa, por lo que pueda pasar”
¡Qué exótico!
Sí, aunque durante la competición es mejor no alterar tu dieta e ir a lo seguro. Yo siempre me llevo algo de jamón de casa, por lo que pueda pasar.
¿Cuál es el sitio más especial en el que has corrido?
Hay muchos pero el que más me ha marcado es el Polo Norte. No estamos hablando de correr en el círculo polar, estamos hablando de correr en el mismísimo Polo Norte, un lugar al que poca gente ha podido ir. Tengo también muy buenos recuerdos de correr en las Barrancas del Cobre (México) con los Rarámuri, con quien creamos una bonita amistad. De hecho, después han venido Silvino y Arnulfo a mi casa un par de veces y siempre hablamos para Navidad. Haber convivido con esas leyendas del trail y ver cómo viven, teniendo que recorrer desniveles de 500 m para ir a por agua varias veces al día con 15 kg encima… Como pudimos comprobar aquí, en la TP60, ellos no necesitan entrenar.
“Conocer a las gentes de cada lugar es lo que más te enriquece”
Cuéntanos más.
Ha habido muchos más sitios, como Malasia y su Monte Kinabalu donde había una carrera que ya no existe. También he podido correr en Costa Rica, Japón, en la Gran Muralla China, en la Antártida, en Chile y en un lugar increíble como el lago Wanaka en Nueva Zelanda, escenario de películas como El Señor de los Anillos. Por eso que al final son todos esos recuerdos lo que te llevas, más que ganar o perder. Muchas veces he intentado además unir la aventura deportiva con una acción solidaria, como cuando realicé el Grand Slam Marathon. Conocer a las gentes de cada lugar es lo que más te enriquece.
¿Te sigue motivando correr cerca de casa?
Por supuesto, voy a todas las que puedo que no son muchas ahora mismo. Regento un bar en un pueblo de montaña, así que mi temporada fuerte de trabajo empieza a la vez que la de trail. Además, aunque no tengo hijos, la familia y las responsabilidades van creciendo y es cada vez más difícil sacar tiempo. Todo tiene su momento y mi etapa de ir a la Copa del Mundo, la de España o la de la Comunidad de Madrid [que ganó en 2006, 2007 y 2008] ya pasó. Ahora no me gusta apuntarme con mucho tiempo de antelación porque luego siempre sale algo, así que voy semana a semana. Por suerte, hay mucha oferta en la zona centro.
“Estuve 7 años corriendo sin ligamento y sin saber lo que me pasaba“
¿Has sufrido alguna lesión importante en tu trayectoria?
En 2009, seguramente en mi mejor año a nivel deportivo, estaba subiendo al Ben Nevis en Escocia en una carrera cuando sufrí una aparatosa caída, aunque conseguí llegar a la meta con mucho dolor. Después seguí corriendo como pude y se me pasaron los dolores. Pero en 2016, en el Trail Menorca Camí de Cavalls de 185 km volvieron a aparecer. Tras hacerme una resonancia magnética se dieron cuenta de que no tenía ligamento cruzado en la rodilla derecha. Era fruto de aquella caída, así que estuve 7 años corriendo sin ligamento y sin saber lo que me pasaba.
¿Cómo puede ser?
Me salvó que tenía mucha masa muscular, algo que he seguido trabajando hasta la fecha. Aunque ahora más que potenciar esos cuádriceps, el objetivo es retrasar la llegada de la fatiga muscular. Ahora sé que a partir del km 70 la pierna me empieza a fallar y no hay nada que hacer. Por eso elijo distancias más cortas o, en todo caso, por etapas. Quiero correr muchos años todavía.
“Lo único que me da miedo es que se pierda el espíritu de compañerismo que siempre ha habido en la montaña”
Por último, quería recoger tu opinión sobre la evolución de este deporte. ¿Hacía dónde crees que vamos?
Es obvio que están habiendo muchos cambios, yo lo equiparo a lo que ocurrió en el triatlón. Se pasó de un deporte fundamentalmente popular a otro en el que buena parte son profesionales. Y ya no hablo de Noya o Alarza… Me parece algo positivo y me siento bien de saber que he puesto mi granito de arena para que esto haya ocurrido. Es algo que empezó siendo un juego y se está convirtiendo en algo muy potente. Me gustaría no equivocarme y que los que ahora son jóvenes puedan tener oportunidades que los viejos no hemos tenido.

¿Tiene algún punto negativo esta profesionalización?
Lo único que me da miedo es que se pierda el espíritu de compañerismo que siempre ha habido en la montaña. Creo que si esto acaba yendo por la vía del atletismo se perderá esta sensación de estar todos juntos, de compartir con el resto del pelotón, sean populares o élites.
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