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Kike Trull, sobre la Yukon Arctic Ultra 2018: “Parecía que la Tierra se hubiera separado del Sol”

El único español en “la ultra más dura y fría del planeta” nos cuenta su experiencia en una edición marcada por el frío extremo y las múltiples congelaciones. “Aunque no lo parezca, la seguridad fue lo primero”.

Enrique Trull Maravilla en la Yukon Arctic Ultra 2018
Enrique Trull Maravilla en la Yukon Arctic Ultra 2018
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Hablamos con Enrique Trull Maravilla a su vuelta a España. Está entrando en la estación de Atocha en Madrid. Se intuye la muchedumbre al otro lado del teléfono, un gentío que contrasta con la soledad bárbara de los territorios canadienses del Yukon, de donde acaba de regresar. “Estoy bien, cansado del vuelo. Los dedos de los pies siguen tocados; ahora mismo no los noto, pero es normal. Me pasó también en las dos últimas ediciones. También tengo en la punta de un dedo congelada, como un dedal, pero no creo que vaya a más”, explica tranquilizador el arquitecto municipal de La Eliana (Valencia), de 46 años, que también es Técnico Deportivo de Montaña y Triatlón.

Trull inició en 2016 su delicado idilio con la Yukon Arctic Ultra, una carrera que se define como “la ultra más dura y fría del mundo”, y desde entonces ha vuelto cada año. Si las primeras veces había conseguido superar la barrera de los 300 km, en 2018 no llegó ni a los 100. Como vimos en la crónica, en la 15ª edición ha sido la más brutal hasta la fecha: con un solo finisher, múltiples congelaciones e hipotermias y dos corredores que han visto cómo sus pies corrían peligro de ser amputados.

Sobre esta vivencia y las motivaciones que le han llevado a emprender este reto, pero también sobre de la prueba como la preparación, el material o la seguridad, hemos querido hablar con él.

“Era muy impactante ver en el hotel a todos los que nos habíamos retirado con manos y pies congelados”

¿Qué ha pasado para que este año haya habido tantos problemas?
Fundamentalmente el frío. La primera noche bajamos hasta 50 grados bajo cero. También hubo una humedad altísima que lo hizo todo más complicado. Era muy impactante ver en el hotel a todos los que nos habíamos retirado con manos y pies congelados. Eso sí, en la mayoría de casos no nos dejará secuelas.

¿Qué piensas cuando ves que estáis a esas temperaturas?
Era algo que estaba previsto, pero lo que nos sorprendió a todos fue que lo que tenía que durar una noche, duró toda la semana. Yo además mojé toda la ropa el primer día. Es algo que no me había pasado nunca.

“El sudor se va quedando en la ropa, porque se congela antes de salir”

¿Por qué es tan importante el tema de la humedad?
Una regla de oro es no sudar. Parece que no, pero arrastrando este trineo a 5 km/h haces mucho esfuerzo y es fácil hacerlo, aunque no lo notes. El sudor se va quedando en la ropa, porque se congela antes de salir, y acabas con la ropa literalmente helada.

¿Cómo pasas esa primera noche?
Había quedado con el argentino Juan Pablo Savonniti, pues con esas temperaturas nos recomiendan dormir acompañados, y montamos juntos la tienda. Fue muy complicado porque él sufrió una hipotermia bastante fuerte y estuvo a punto de perder el conocimiento. Intentamos encender un fuego, pero no hubo manera. Se congelaba hasta el combustible, ¡y eso que era especial para condiciones extremas!

Finalmente conseguimos entrar en calor y al cabo de tres horas continuamos. Un rato más tarde, me dijo que no se encontraba bien, que le dolían las manos y volvimos a montar la tienda para que se quedase dentro. Pulsó el botón y lo vinieron a buscar.

“Llevamos un transpondedor con dos botones: uno es por si tu vida está en peligro y el otro es por si necesitas ayuda pero no te estás muriendo”

¿Cómo se pide ayuda en la YAU?
Llevamos un transpondedor con dos botones: uno es por si tu vida está en peligro, que contacta con el cuerpo de rescate canadiense; el otro es por si necesitas ayuda pero no te estás muriendo, entonces viene la organización de la carrera en moto de nieve. Eso sí, en las 18 horas al día que es de noche o si hace mal tiempo no hay rescate, por lo que estás bastante solo.

Entonces dejaste al argentino a salvo y pudiste continuar.
Sí, pero iba estaba helado. Había utilizado ya toda la ropa, y tenía que llegar al siguiente checkpoint para poder secarla, y además el hornillo no funcionaba, por lo que solo podía ingerir comida fría. Me estaba quedando sin energía y, si bien en el llano podía avanzar, en las subidas era imposible.

“Una vez que vi que el hornillo no funcionaba, que el combustible me apagaba las cerillas, me explotó la cabeza”

Y en esos momentos decides abandonar, ¿no?
Sí, una vez que vi que el hornillo no funcionaba, que el combustible me apagaba las cerillas, me explotó la cabeza. Parecía que La Tierra se estuviera separando del Sol o que se estuviera congelando el universo, era espectacular el frío que hacía. Por suerte, al poco tiempo de apretar el botón apareció una moto de nieve.

¿Cómo fue tu evacuación?
Piensa que estás en un territorio completamente salvaje y sacarte de allí es un tinglado. En mi caso, casi 24 horas. Las motos de nieve a -45oC no funcionan bien y además se estaba haciendo de noche, por lo que íbamos a toda velocidad. Tuvimos un accidente y se me quedó una pierna entre la moto y un árbol. Estuve a punto de rompérmela. Me llevaron a un sitio seguro y, al día siguiente, hasta la base en Whitehorse. Tuve suerte porque mis congelaciones eran leves.


“Pese a que este año pueda dar la sensación de que hayan estado desbordados, desde dentro la impresión es la contraria”

¿Qué valoración haces de esta vivencia?
Pues del margen del resultado, pues es el tercer año que me vuelvo a casa sin terminarla, la experiencia es brutal. Rompes tus propios límites. Recuerdo otros años que -35oC te parece algo terrible y hace unos días estaba paseando a esa temperatura sin ninguna preocupación.

¿Y de la gestión de la seguridad por parte de los organizadores?
No tengo ninguna queja, siempre he ha parecido de sobresaliente. Pese a que este año pueda dar la sensación de que hayan estado desbordados, desde dentro la impresión es la contraria. Lo han controlado muy bien, gestionando y jerarquizando los problemas en función de su gravedad. Y es que, aunque no lo parezca, en la YAU la seguridad es lo primero. El director Robert Pollhammer es un alemán que se preocupa de que se cumplan todas las reglas. Por ejemplo, con una mínima congelación estás fuera. También son muy serios con las normas medioambientales: un papel al suelo y estás descalificado.

“Hay gente que va con botas, pero yo iba con zapatillas de trail. Eso sí, dos números más grandes para meter tres pares de calcetines”

¿Qué cambiarías para una próxima edición? ¿Qué has aprendido?
Ya pocas cosas, sobre todo algunos detalles de la ropa. Este año iba con prendas que abrigaban mucho, pero que tal vez no transpiraban los suficiente. Es complicado encontrar el equilibrio con tanto frío.

Y en los pies, ¿qué tipo de calzado llevabas?
Hay gente que va con botas, pero yo iba con zapatillas de trail. Eso sí, dos números más grandes para meter tres pares de calcetines. Llevo unos FiveFingers de lana merino como primera capa, otros intermedios y por fuera unos de expedición muy gordos.

“Para entrar en la carrera tienes que presentar currículum de que tienes experiencia en frío o estás obligado a hacer un curso de supervivencia”

¿Qué material porteáis en el trineo?
Existe un material mínimo obligatorio que no puedes abandonar en ningún momento, como un saco homologado para -45oC y un hornillo que tienes que demostrar cómo funciona con frío. Además, para entrar en la carrera tienes que presentar currículum de que tienes experiencia en frío o estás obligado a hacer un curso de supervivencia.

¿Cómo acaba uno metiéndose en retos de esta magnitud?
Bueno, de joven practiqué el atletismo bastante en serio y después me he enganchado al alpinismo, al triatlón de larga distancia y al ultratrail. Soy bastante fanático, siempre necesito una prueba en mente y me encanta machacarme a entrenar. Cuando conocí esta carrera me enamoró la idea de juntar los deportes. La primera vez fue como intentar el sueño de mi vida y ahora me tiran los amigos que tengo allí y el buen ambiente que hay. El lugar es impresionante. Te puedes pegar días sin ver a nadie, con una sensación increíble de estar en mitad de la nada.

“Uno de los ejercicios que suelo hacer es mover ruedas de coche, de 1 a 3 en función del día”

¿Cómo preparaste una carrera así?
Básicamente es hacer mucha resistencia, entrenar distancias muy largas, y también trabajar el refuerzo muscular para arrastrar el trineo. Uno de los ejercicios que suelo hacer es mover ruedas de coche, de 1 a 3 en función del día, en entrenamientos largos el fin de semana. Algunas veces salgo de madrugada para llegar a comer a casa de algún familiar. Me he llegado a ir desde La Eliana hasta Burriana, en Castellón. Mi familia no se creía que fuera a aparecer. Además trabajo con los preparadores físicos del Centro de Obtención de Resultados de La Pobla de Vallbona.

¿Te quedan ganas de volver?
Ganas sí que tengo, aunque no sé si podré. Algunos compañeros  de la carrera se ríen porque siempre digo lo mismo. Yo, por si acaso, me he dejado dos bolsas con mogollón de material en casa de una amiga.

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