El récord de ascenso-descenso al Elbrus de Karl Egloff ha dejado con la boca abierta no solo a los corredores por montaña, también a los alpinistas, pues no hay que olvidar que este récord lo batió (en ascenso, como se hacía en la época) Denis Urubko en 2006 quien lo mantuvo hasta el 2010 en que fue batido por otro alpinista, el polaco Andrzej Bargiel, quien entre otras muchas actividades destacables ascendió el Manaslu en 14 horas y 5 minutos.
Casi veinte minutos le ha arañado Karl al anterior mejor tiempo, en manos del ruso Vitaly Shkel, en el marco de la Elbrus Race. Tras el del Kilimanjaro (2014) y el del Aconcagua (2015), ambos arrebatados a Kilian Jornet, el récord en el techo de Europa es el tercer gran récord del corredor y guía de montaña ecuatoriano-suizo, que sueña con el objetivo de hacerse con el mejor tiempo en las 7 cumbres más altas de cada continente.
Hablamos con el a las pocas horas de conseguirlo, cuando aún se encontraba en la base del Elbruz.
Enhorabuena.
Muchas gracias, siempre es tranquilizador cuando las cosas salen bien. Detrás de esto ha habido mucha preparación, mucho entrenamiento y muchos sacrificios, especialmente porque he sido padre recientemente y cuesta mucho entrenar con un bebé en casa. Por todo eso, ahora estoy muy contento de haber conseguido defender la victoria del año pasado y de conseguir el récord.
«La meteorología fue muy favorable con frío y varios días soleados que, en vez de acumular más nieve, endurecieron el manto, la superficie era como una alfombra»
El año pasado no conseguiste batir el récord porque la montaña estaba en pésimas condiciones ¿cómo la encontraste este año?
La meteorología fue muy favorable con frío y varios días soleados que, en vez de acumular más nieve, endurecieron el manto y la superficie era como una alfombra. En las zonas altas sí que había algo de hielo y tuvimos que prestar bastante atención para no sufrir un resbalón, pero en general estaba muy bien.
¿Cómo era el nivel de los otros corredores que participaron en la carrera?
Había gente muy fuerte, empezando por el mismísimo Vitali Shkel, con quien había corrido también el año pasado. Vino también el kazajo Shyngys Baykashev, que terminó segundo, y el ruso Eugene Markov, que fue tercero. Además había españoles, suizos austriacos, corredores de hasta 18 países…
«Descendí en 56 minutos, arriesgando bastante en algunos lugares, y muy cansado»
¿Cómo se desarrolló la prueba?
Me sentí muy bien. Desde el inicio marqué el ritmo y pude controlar bastante la carrera. A partir de los 5.000 metros, en la parte alta, pude despegarme del grupo de cabeza y me fui en solitario hasta la cima. Allí arriba me enteré de que había roto el récord de ascenso y bajé soplado. Descendí en 56 minutos, arriesgando bastante en algunos lugares, y muy cansado. Las piernas me fallaban y me caí un par de veces en la nieve blanda del final. Estaba muy contento.
Te sentirás muy satisfecho…
Este reto no ha sido una cuestión individual. Me han ayudado muchas personas, entre otros gente del equipo internacional de Mammut que estaba aquí y que me ayudaron en la carrera, facilitándome agua y animándome. También estoy muy agradecido a la organización del Elbrus Race y a su director, que bajó en teleférico para darme la enhorabuena.
«El cuerpo se confunde, llegan los calambres, empiezas a ver doble… Son sensaciones que ya tuve anteriormente»
¿Qué fue más duro, el ascenso por la dureza que supone o el descenso por la velocidad y el cansancio?
El descenso fue salvaje porque te fallan las piernas y es un desnivel de más de 3.000 metros que se hace a mucha velocidad. En los últimos metros la nieve ya está más blanda y es un terreno más agreste, con riachuelos, tierra y lodo, y es complicado. Además, empiezas a recibir mucho oxígeno y el cuerpo se confunde, vuelven los calambres, empiezas a ver doble… Son sensaciones que ya tuve anteriormente.
¿Qué material utilizaste?
Hay un material obligatorio muy estricto. Tienes que ir con una mochila, que pesa de 6 a 8 kg, en la que tienes que llevar bastante agua, guantes, crampones, comida, incluso dos capas en las piernas y tres capas en el cuerpo. Es mucho equipo, que te impide ir realmente ligero, pero entiendo que la organización tiene que ser cauta porque, además, la adaptación a la altura es muy diferente según las personas. Dentro de eso, fui todo lo ligero que pude: bastones de carbono, microcrampones, dos licras…
¿Y no pasaste frio?
A pesar de llegar en las zonas altas a 28 grados negativos no tuve en ningún momento la sensación de pasar frío. Estaba muy agitado, muy concentrado y con mucha adrenalina, pero luego, al bajar, sí noté que había estado luchando contra el frío y el viento.
«El verdadero montañero tiene que tener cabeza y corazón también para bajar»
Es curioso como antes en estos récords se tenía en cuenta el tiempo que se tardaba en alcanzar la cima y ahora se cronometra el recorrido completo. ¿Es tan importante el descenso?
Sí, pienso que el verdadero montañero tiene que tener cabeza y corazón también para bajar. Siempre que guío a clientes en la montaña les recuerdo que la cumbre es solo el 50%, por lo que me parece más adecuado hacerlo así. Eso te hace tener una mentalidad más completa, dosificar durante el recorrido, tanto las fuerzas como la comida, y también afrontar las partes técnicas en descenso sin dejar de ir muy deprisa.

¿Por qué llegó el récord este año en vez del pasado, cuando también ganaste?
El año pasado había mucha nieve reciente y este año la montaña estaba mucho mejor. Cuando terminó la carrera se puso a llover a cántaros y lo viví como una señal. Nos abrió la naturaleza una ventana y ahora nos pide que nos vayamos.
El récord además está muy unido al mundo del alpinismo. El mismo Denis Urubko lo tuvo durante un tiempo, también el esquiador-alpinista polaco Andrzej Bargiel…
Sí, los atletas y alpinistas del Este son muy fuertes y están muy acostumbrados a esta climatología. En el kilómetro vertical yo calentaba con la chaqueta de plumas y ellos en pantalones cortos. Por lo que comentas, me siento muy honrado de tener este récord entre estos nombres tan destacados.
«El desnivel del Elbrus tampoco lo podía encontrar en Ecuador por lo que entrenar era más difícil. El Aconcagua y el Kilimanjaro tienen más similitudes»
¿Qué idea te llevas de un evento tan peculiar como el de esta carrera?
Es un festival muy diferente que dura ocho días y todos hay alguna prueba. Para correr el Skyrace, la prueba reina, tienes que haber corrido el kilómetro vertical dos días antes, aunque hay corredores que prefieren competir todos los días y luchar por la Victory Cup. Por aquí ha pasado mucha gente muy rápida, como Luis Alberto Hernando o Marco de Gasperi, y cada año se apuntan más personas. No es fácil estar en Rusia, a veces es difícil hacerse entender, pero el lugar es maravilloso.
¿Cómo comparas este récord con los del Aconcagua y Kilimanjaro?
El Elbrus es una montaña muy distinta, es muy fría y corres casi en su totalidad sobre nieve. En Ecuador no encontramos esas condiciones por lo que tuve que prepararme mucho en los glaciares de allí. Además, el desnivel del Elbrus tampoco lo podía encontrar en mi país por lo que entrenar era más difícil. El Aconcagua y el Kilimanjaro tenían muchas más similitudes. Lo contrario le ocurriría a Vitaly Shlek, el «dueño» del anterior récord, que vive cerca de aquí. Por eso sabía que iba a ser muy difícil batirle ya que son las montañas de su casa.
Aunque este sea un poco reciente, ¿cuál dirías que ha sido el más difícil de los tres récords?
Como te comentaba el del Elbruz es un récord muy pulido ya por grandes alpinistas durante décadas, en el que se peleaba el crono segundo a segundo. Para comer, por ejemplo, tomé solo 3 geles para no tener que parar, algo que sí hice en las otras. El Kilimanjaro o el Aconcagua entraron en esta novedad de la velocidad hace poco tiempo, aunque ahora esté muy de moda. Con el tiempo cogerán también esta dificultad que tiene el Elbrus u otras montañas como el Mont Blanc.
«Me siento como un ave cuando voy corriendo. Es una manera de expresarme en la naturaleza, de abrir las alas y dejarme ir»
¿Qué te aportan estas ascensiones tan rápidas? ¿Por qué lo haces?
Creo que lo hago por la libertad. Crecí en la montaña e iba mucho con mi padre, pero no me dejaba correr ya sea porque me pudiera caer o porque daba mala imagen a los clientes. Creo que eso me dio más ganas y ahora me siento como un ave cuando voy corriendo. Es una manera de expresarme en la naturaleza, de abrir las alas y dejarme ir. Es verdad que todo esto requiere mucha preparación y planificación, pero si tú lo llegas a amar y te gusta estar rodeado de montañas, es una bendición.
Tras este reto imagino que lo quieres es estar lo antes posible en casa con tu familia, pero ¿cuál es tu próximo objetivo deportivo?
A finales de mayo, tengo una carrera en Grecia a la cual ya viajaré con mi familia. Posteriormente viene el Nevado Ojos de Salado en Chile, que será a finales de este año, y después la pared Sur del Aconcagua. El año próximo espero tener todo listo para intentar el siguiente proyecto de las Seven Summits, el Denali.
Y todo ello lo alternarás con tu profesión, que es la de guía de montaña. ¿Es imposible dedicarse profesionalmente a estos retos?
No es imposible, pero sí muy difícil. Sigo amando mi profesión, que además me sirve como entrenamiento físico y mental, y por eso continuo. Tal vez si me dedicara exclusivamente a esto tendría mejores resultados y tal vez lo haga el año que afronte el Everest. Ya veremos cómo vamos evolucionando.
- Etiquetas: Elbrus, FKT, Karl Egloff
