Jordi Gamito se apuntó a la Everest Trail Race a última hora. No entraba en su calendario, rompía el mes de descanso que se había tomado tras una temporada agotadora, pero no pudo decir que no. La baja de Miguel Caballero le abrió un hueco en el equipo de su patrocinador y quiso aprovechar la oportunidad.
Y vaya si lo hizo. El de Platja d’Aro (Girona), décimo en la última UTMB, se defendió con uñas y dientes ante un recorrido de 160 km y más de 30.000 metros de desnivel acumulado. A pesar de llegar en un estado de forma «bastante malo», se hizo con la cuarta posición en la general. “Día a día me fui encontrando algo mejor, pero aquí lo que cuenta es lo que vives, no en el puesto que quedas”.
“Ahora vamos a celebrar que hemos llegado todos, sanos y salvos”
¿Qué nos cuentas de la experiencia de la ETR?
Sinceramente, no me esperaba que fuera tan buena tanto a nivel organizativo como de paisajes. Si repito alguna carrera el año que viene será esta. Ha sido muy bonito convivir con el resto de corredores y con la organización. De hecho, ahora vamos a celebrar que hemos llegado todos, sanos y salvos.
Correr debajo de los grandes colosos del Himalaya tiene que ser muy especial.
Es impresionante, un sueño hecho realidad. Estás corriendo a 3.000 o 4.000 metros y miras para arriba y todavía quedan montañas. Solo de levantar la cabeza ya se te quitan todos los dolores, esto no es como otras carreras que solo vas mirando al suelo. Aquí merecía la pena parar un segundo para disfrutar.
“La sorpresa fue el nepalí Suman Kulung, que con unas zapatillas falsas y sin taco, arrasaba en las bajadas”
¿Cómo lo has visto a nivel competitivo?
La sorpresa fue el nepalí Suman Kulung, que con unas zapatillas falsas y sin taco, arrasaba en las bajadas. Tenía una gran capacidad de sufrimiento y pienso que si diera el salto a Europa daría mucho que hablar. Después acabó Luis Alberto Hernando, que ya lo conocemos, y también apareció el noruego Sondre Amdahl que había preparado muy bien la prueba y que fue un hueso muy duro de roer. Por como estaba, estoy contento con haber llegado cuarto.
¿Qué fue lo más duro de la aventura?
Sufrí mucho en la subida al Pikey Peak, de 4.100 metros. No estaba aclimatado y sentía que me faltaba el aire. Esa misma noche también fue muy dura porque bajaron mucho las temperaturas y no pude dormir.
“Vuelvo con un sabor de boca que ni yo mismo me esperaba.”
Háblanos de Nepal, de sus gentes…
La capital Katmandú es un completo caos, hay muchísimo movimiento y hay mucho polvo. Las zonas rurales en las que hemos estado son espectaculares. Las comunicaciones son muy difíciles, casi no se puede acceder en coche, lo que le da un punto de autenticidad que en pocos sitios se encuentra. Nepal a mí me ha enganchado; no sé por qué, pero sé que volveré. La gente es muy hospitalaria y amable, y te hacen sentir como en casa. Vuelvo con un sabor de boca que ni yo mismo me esperaba.
Hiciste público antes de la carrera que tenías un sueño: subir al Everest. Después de tenerlo delante, ¿sigues en tu cabeza?
Veo alguna posibilidad de montar algún proyecto, pero es algo todavía muy lejano e incierto. Everest y Lhotse me han impresionado muchísimo y he estado informándome para saber qué haría falta para subir y sobre todo cuánto dinero necesitaría. Me haría muchísima ilusión, pero no sé si podré conseguirlo.
