Crístofer Clemente Mora ama la serenidad. Es discreto, observador y confiado. No se altera fácilmente. Tal vez interiorizó este temple en su restaurante. Cualquiera que haya trabajado en hostelería sabe que lo necesario que resulta mantener la calma cuando los pedidos se agolpan y los clientes se impacientan. Y esa fue la clave que le llevó el pasado sábado a reeditar su medalla de plata en el Campeonato del Mundo de Trail IAAF.
Sosiego para no salir pitando detrás de un Zach Miller, que de haber mantenido el ritmo de los primeros 10 km hubiera terminado por debajo de la imposible marca de las 7 horas. Pero también estrategia, para saber cuándo atacar, y trabajo previo, para evitar que un cambio de ritmo mantenido se convirtiera en un suicidio programado.
Con esos tres pinceles dibujó el corredor de La Gomera (Islas Canarias) su inteligente remontada en Penyagolosa Trails -al estilo de que la que ya protagonizó en Italia-, en la que pasó de ocupar la posición 72 en el km 8 a la segunda en el arco de llegada. La historia se repetía y la razón demostraba que, en carreras de 85 kilómetros, le tiene cogida la medida al corazón.
Con los datos en la mano, el canario, que paró el crono en 8h46m19s, fue a un ritmo medio de 6m04s/km. Una cifra mucho más cercana que sus oponentes (Miller: 6m30s) al ritmo al que hizo el primer tramo: 5m20s/km (Miller: 4m49s).
“Algunas veces aflojaba el ritmo durante el adelantamiento y cuando me alejaba volvía a apretar”
Enhorabuena. Imagino que el plan salió a la perfección.
Sí, hasta Atzeneta (km 41) la idea era ir a un ritmo que no me desgastara nada. A partir de ahí empezaba lo duro y preveía que mucha gente se echara a andar. Ahí llegaba el momento de poner mi ritmo trotero y empezar a adelantar.
A 71 personas, nada menos.
Sí, me daba vergüenza adelantarles tan fuerte y algunas veces aflojaba el ritmo durante el adelantamiento y cuando me alejaba volvía a apretar. No quería que pensaran que les estaba faltando al respeto.
“Quería volver a jugar esa carta de venir desde atrás”
¿Ibas con pulsómetro, y mirando el ritmo de carrera, o por sensaciones?
Por sensaciones, lo único que seguí al milímetro fueron la alimentación y la hidratación: comía cada 35 minutos y tomaba pequeños buches de agua cada 8.
Tu estrategia se basaba en el hecho de que tus rivales acabarían petando. ¿Estabas tan seguro?
Sí, con los corredores que estaban y con la expectación que había en los días previos lo vi claro. Quería volver a jugar esa carta de venir desde atrás.
“Cuando me iba enterando de los parciales no podía disimular una sonrisilla”
En Atzeneta (km 41), estás a más de 15 minutos del líder. ¿No te dio miedo haber tirado demasiado de la cuerda?
No, cuanto más apretaran en cabeza mejor saldría mi plan, así que cuando me iba enterando de los parciales no podía disimular una sonrisilla. A esos ritmos, era obvio que se iban a quedar sin piernas. Esto no es una media maratón de asfalto.
Llegaste tan entero que dio la sensación de que unos kilómetros más hubieran jugado a tu favor.
No me gusta pensar en lo que hubiera pasado, esta vez el juego eran 85 kilómetros. Lo que es cierto es que este año mi entrenador, David Alcón, me ha metido mucho volumen. En febrero hice los 125 km de Transgrancanaria y me vino bien.
“Ir a por Luis hubiera sido un suicidio”
Una vez que te pones segundo, ¿miras más hacia delante o hacia detrás?
Con Luis nunca tuve contacto visual, por lo que ir a por él hubiera sido un suicidio. Él está a otro nivel. Mi preocupación era guardar algo de fuerzas por si se acercaban los británicos poder hacer un cambio de ritmo.
¿Cuál fue el momento de la carrera que se te ha quedado grabado?
Recuerdo que zonas en las que subía corriendo en vez de andando y el público me decía que no habían visto a nadie ir tan bien. También en Vistabella (km 62) recuerdo como los técnicos de la RFEA me metían prisas para salir del avituallamiento, para cazar a los británicos, como si la carrera estuviera a punto de terminar. ¡Pero faltaban todavía más de 20 kilómetros! Estaba seguro de que los iba a alcanzar.

“Estos recuerdos me van a acompañar toda la vida, serán los que les cuente a mis nietos”
¿Qué ha significado esta segunda medalla para ti?
Un premio a la constancia y motivación para todos esos días en los que salgo a correr solo. Es muy satisfactorio darme cuenta de todo lo que he conseguido en los pocos años que llevo corriendo. Estos recuerdos me van a acompañar toda la vida, serán los que les cuente a mis nietos si es que tengo.
Empezaste en 2010 y has vivido una progresión meteórica. ¿Aun hay cosas que mejorar?
Sí, siempre hay margen, aunque en los últimos años me cuesta más. Quiero aprender a correr más rápido y mejorando en otros temas como la alimentación.
Después de los 90 km du Mont-Blanc, volverás a la CCC. ¿Es un paso en el cambio del Ultra-Trail del Mont Blanc?
No, de momento las 100 millas de momento no las veo humanas. Prefieron encontrarme más cómodo entorno a los 100 kilómetros y en la CCC tengo una batalla pendiente, tras retirarme en el 2014.