Entre 1995 y 2013, el italiano Bruno Brunod (Aosta, 1962) fue la persona más rápida en subir y bajar del Cervino con una marca de 3 horas y 14 minutos. En su curriculum también puede leerse que fue dos veces campeón del mundo de Skyrunning en los 90, que fue el más rápido en subir y bajar del Aconcagua en el año 2000 (5:57′) y en llegar a la cima del al Kilimanjaro, en 2001 (5:38′).
Todo esto lo hizo en una época en la que los puristas consideraban que la velocidad era algo que traicionaba el espíritu de la montaña. Brunod se alejó de las carreras una temporada y al volver ha descubierto, con sorpresa, cómo la actividad que nadie entendía es hoy uno de los deportes con más tirón del momento.
Cuando empezaste a correr no corría casi nadie.¿Por qué empezaste?
Cuando era niño me llevaban a caminar. Me gustaba salir, sentir libertad cuando llegaba a la cima. Me gusta esa sensación. Me decían que por qué gastaba la energía corriendo, que era mejor trabajar. A mí me gustaba y ahora se ha convertido en una moda, no lo hubiera imaginado nunca.
«He estado diez años fuera de las carreras y al volver me he encontrado todo muy cambiado»
¿Cómo era el mundo de las carreras cuando empezaste a correr?
éramos muy pocos. Marino Giacometti fue el que comenzó con esto de correr en altura. Había poquísima gente que lo hacía. En los senderos no te encontrabas a nadie y ahora todos corren con sus mochilas…
¿Te sorprende tanta gente corriendo?
Sí. Ahora hay mínimo 500 personas muy preparadas en las carreras. Es gente que lo lleva todo muy estudiado, no improvisan. He estado diez años fuera de las carreras y al volver me he encontrado todo muy cambiado. Ahora son muy estrictos con la alimentación y el entrenamiento.
¿Tú no eras así?
Yo antes comía todo lo que necesitaba.Trabajaba como albañil, que es una profesión que fatiga mucho, así que comía mucha grasa. Consumía mucha energía, no me limitaba… Ahora es diferente.
«Kilian me permitió conocer el mundo»
Dejaste de correr y decidiste volver a las carreras en 2013, ¿por qué?
Quería empezar de nuevo. Gabriele Accornero, el presidente del Forti di Bard, me animó a volver y me ofreció ayuda, me dijo que yo era un símbolo del valle de Aosta. Empecé despacito sin pretensiones de ponerme súper fuerte, lo hice por mí. Ahora que lo he retomado creo que correré siempre. Cuando no pueda caminaré.
¿Qué es el Cervino para ti?
La montaña de casa. La veo todos los días, la siento dentro de mí. Cuando Kilian batió el récord de ascenso y descenso primero me molestó pero luego me hizo feliz porque él es un hombre de montaña como yo, siente la montaña dentro, es un verdadero campeón. Nos abrazamos y me gustó que alguien como él la hiciese. Luego me permitió conocer el mundo, me invitó a su casa a Barcelona…
¿Qué sentiste cuando Kilian lo consiguió?
Me puse contento porque sé que Kilian está fortísimo. Lo único que podía pararlo podía ser la nieve, la lluvia…por lo demás, estaba muy preparado. Estoy muy contento, gracias a él he conocido el mundo casi con 60 años.
«Kilian ha llevado el récord al límite»
¿Cuál es la historia de récords en el Cervino?
Jean-Antoine Carrel fue quien marcó el primer récord, 8 horas, él iba con los crampones, muy cargado… Luego vino Valerio Bertoglio en 4 horas y media. Luego yo, que lo hice en 3 horas y 14 minutos, y después Kilian en 2 horas 52. Creo que el récord de Kilian se romperá dentro de veinte o treinta años, seguro que llega alguno que lo haga porque los récords están para batirlos. No se mejorará en 20 minutos, la verdad es que Kilian lo ha llevado al límite, pero sí en dos o tres.
¿Cómo fue tu récord?
Yo probé la montaña 30 veces en tres años. No tenía sponsors, me compré yo mismo el material, nadie creía en mí. Ahora los récords son mucho más sonados. Cuando lo hizo Kilian había mucha gente que lo esperaban. Ahora se valora más, antes los récords se veían como una traición a la montaña. Ahora se acepta que la velocidad también forma parte del alpinismo, eso sí, siempre con seguridad.