Aunque en el trail todavía estamos muy lejos de lograr una participación equitativa de hombres y mujeres, es cierto que en los últimos años la cantidad de chicas que se han atrevido a iniciarse en esta modalidad deportiva se ha visto incrementada de manera considerable. Es cierto que este aumento se observa sobre todo en carreras con distancias más cortas, pero también en ultras.
Esta situación ha venido acompañada por la necesidad de estudiar el impacto que tienen los deportes de alta intensidad en el cuerpo de una mujer; así como en cómo le afecta el ciclo menstrual para poder dar el máximo en cada entrenamiento y competición.
Así, en julio de este mismo año el Dr. Sims y su equipo, llevaron a cabo una investigación en la que examinaron cómo responden las métricas de recuperación según la fase del ciclo menstrual en la que se encuentre la deportista y teniendo en cuenta el uso o no de anticonceptivos. En total participaron 4.594 mujeres, de las que 3.870 tenía una menstruación natural; mientras que 455 usaban un control de la natalidad combinado y 269 de progestina. Además, también se tuvo en cuenta las mujeres que tenían períodos regulares, irregulares con dos o más meses perdidos y/o con una suspensión en la administración de anticonceptivos en los últimos nueve meses.
Conclusiones del estudio
Y aunque el cuerpo de cada mujer es diferente, es decir, no todas desarrollaron los mismos efectos, sí se pudo llegar a extraer una serie de conclusiones que pueden ayudar a entender el nivel de exigencia al que podemos someter nuestro cuerpo según el momento del mes en el que nos encontramos y en las que se tuvo en cuenta el uso o no de anticonceptivos.
Así pues, en el caso de las chicas con un ciclo menstrual natural (regular e irregular) se observó cómo la variabilidad de la frecuencia cardiaca (VFC) y sus niveles de recuperación van disminuyendo a lo largo del ciclo. De manera que, durante los primeros días tras finalizar el periodo, entre uno y cinco días después, existe un pico en el que la mujer puede exigirse una mayor carga de estrés físico, ya que su cuerpo tolera mucho mejor el esfuerzo recuperándose de manera más rápida y eficiente. Mientras que en los días previos al sangrado se alcanza el punto más bajo, experimentando una sensación de fatiga superior.
Muy diferente fueron los resultados obtenidos en las mujeres que estaban tomando anticonceptivos, dibujando un patrón mucho más completo. En su caso la VFC y la recuperación era más rápida durante los primeros días de consumo de la píldora, alcanzando el punto más bajo en los días posteriores a la hemorragia por deprivación. Así, mientras que en ciclos menstruales naturales se observó que durante la fase lútea (días pre-menstruales) se aceleraba la recuperación, en el caso de las que tomaban anticonceptivos su recuperación era más rápida durante los días que los consumían la píldora.
¿Y cuál podría ser el motivo?
Las hormonas sexuales afectan al sistema nervioso, que se alimenta directamente de la variación de frecuencia cardíaca y las métricas de recuperación, además de afectar a los sistemas metabólicos, muscuesqueléticos e incluso biomecánicos. Así, en la fase folicular la progesterona y los estrógenos son bajos. Así, en el caso de los estrógenos se producen dos picos según avanza la fase folicular (desde el primer día de sangrado hasta el fin de la ovulación) y otro más bajo durante la fase lútea (pre-menstruación). En cambio, la progesterona se eleva durante los días anteriores al inicio del período.
De esta manera, los autores de esta investigación concluyeron que la progesterona puede disminuir la variación de la frecuencia cardíaca y la recuperación a medida que avanza el ciclo. Ahora bien, esta explicación no daría respuesta a las sensaciones que experimentan las mujeres que usan métodos anticonceptivos, ya que, aunque se cree que su recuperación puede ser más reducida tras la actividad debido al aumento de las respuestas inflamatorias y al estrés, todavía sigue en fase de estudio.
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