HISTORIA DEL TRAIL

Correr por la montaña, un deporte milenario en la historia y la cultura

A pesar de ser un deporte cuya vertiente competitiva es reciente, correr por la montaña va unido a la historia y cultura humana desde hace miles de años.

Monjes del monte Hiei en plena peregrinacion
Monjes del monte Hiei en plena peregrinacion
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Siempre hablamos de las carreras por montaña como un deporte joven, que está viviendo su época de esplendor. Eso es cierto, pero sólo si nos ceñimos a su vertiente puramente competitiva, ya que correr por la montaña es una de las actividades físicas más antiguas que han existido en la historia de la humanidad.

Durante miles de años, correr por la montaña fue una parte esencial de la cultura, la economía y las comunicaciones de diversas civilizaciones repartidas por todos los continentes, incluso que ni siquiera tuvieron contacto entre ellas. Estos son algunos casos de cómo correr por la montaña era una actividad vital en la humanidad.

Chasquis Incas

Los llamados Chasqui eran corredores jóvenes que se dedicaban a realizar el correo entre las diferentes ciudades del imperio inca. Estas personas podían correr durante días, incluso por las noches, para lo que estaban muy bien entrenados.

Los que estaban destinados a ser Chasqis, eran entrenados desde muy corta edad, para conseguir que fueran capaces de recorrer cientos de kilómetros. Además, eran encargados de transmitir los conocimientos entre todos los rincones del imperio.

Incluso tras la llegada de los españoles, los Chasqis siguieron realizando su función debido a su gran eficiencia a la hora de hacer llegar los mensajes a lo largo de todo el continente, algo que los españoles no eran capaz de hacer.

Corredores-Mensajeros griegos

Si hay una leyenda importante para el deporte es la de Filípides; él era uno más de los cientos de corredores mensajeros que se encargaban de llevar mensajes a lo largo de toda la civilización griega, por lo que su importancia era capital.

Por ello, estos mensajeros pertenecían a un estrato social elevado, siendo hombres libres. Podían llegar a recorrer cerca de 200 kilómetros en un día. Sin ir más lejos, la leyenda de Filípides dice que fue capaz de correr entre Atenas y Sparta, más de 200 kilómetros, volviendo a Atenas al día siguiente. La Sparthatlon es la carrera que rememora aquella gesta.

Los monjes del Monte Hiei

En Japón, estos monjes debían pasar una serie de pruebas que ponen a prueba su resistencia. los monjes del monte Hiei tienen un desafío que pone a prueba su capacidad mental y física. El reto espiritual del que hablamos se llama Kaih?gy? y consiste en correr durante mil días, repartidos en siete años. De esta forma, el monje que se propone superar este reto, comenzará con 100 días corriendo de forma consecutiva una distancia de 40 kilómetros, un trazado que se desarrolla alrededor de la montaña, conocida por sus frías temperaturas durante gran parte del año.

Los dos años siguientes, el segundo y el tercero, el reto es igual: correr 40 kilómetros durante 100 días seguidos. Si el reto ya parece de una dureza extrema, el cuarto y el quinto año lo ponen todavía más complicado, ya que durante estos dos años, los mojes corren los mismos 40 kilómetros, pero esta vez durante 200 días de forma consecutiva.

El sexto año, estos monjes se enfrentan a un reto más complicado, ya que deberán completar 60 kilómetros durante 100 días consecutivos, algo lejos del alcance de la gran mayoría de los corredores de montaña del mundo. El séptimo año llega la culminación del reto, ya que es el año más complicado. Y es que en este séptimo año, los mojes deben completar 80 kilómetros durante 100 días consecutivos, algo que, por si no fuera suficiente, se completa con otros 40 kilómetros durante otros 100 días consecutivos.

En total, los monjes del Monte Hiei completan 1.000 días corriendo, en los que suman 46.400 kilómetros lo que la una idea de la dificultad del desafío al que se enfrentan estos religiosos del país el sol naciente.

Los Painanis Aztecas

Estos corredores eran similares a los Chasqis, encargándose de llevar la información por el imperio azteca. Dependían directamente del emperador y gozaban de inmunidad propia de los embajadores, siendo respetados incluso entre tribus enemigas.


Eran entrenados en escuelas especiales, haciéndolos caminar saltar y correr, vigilando sus aptitudes físicas. Debían conocer los caminos, veredas y atajos del territorio de la Triple Alianza (Tenochtitlán, Texcoco y Tacuba), a lo cual era indispensable para el desempeño de su misión. Corrían día y noche, atravesaban a nado los ríos, escalaban montañas, pasando a través de distintos climas y latitudes. El aprendizaje era rudo y continuo, planeado para formar verdaderos atletas.


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1 comentario
  1. Desde la Antigüedad clásica, en Occidente, hasta casi nuestros días, en Europa hemos tenido correos como corredores de fondo, alternándose con jinetes a caballo. En el siglo XIII, en el Reino de Valencia, els corretgers no eran los que hacían correas, sino los funcionarios que llevaban la saca del correo con documentación oficial al hombro, con una gran correa, corriendo unos 50 km diarios. La misma función, cubrían monjes tibetanos corriendo en grandes alturas y temperaturas extremas…

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