Dentro de una semana, Gran Canaria estará repleta de corredores de montaña provenientes de todo el mundo con motivo de la Transgrancanaria. Muchos de ellos tendrán como objetivo acabar su carrera, o hacerlo dentro de un límite de tiempo. Es algo por lo que han luchado muchos meses a base de entrenamiento, pero habrá un corredor con una misión mucho más especial.
Se trata de Fernando Llopis, un corredor valenciano que ya está preparado para completar los 125 kilómetros de la prueba reina de la Transgrancanaria. Pero el objetivo puramente deportivo no es lo más importante para Llopis, sino que su presencia en la carrera isleña tiene una historia mucho más profunda detrás. Y es que Fernando Llopis acude a la Transgrancaria única y exclusivamente por ángel.
ángel era el hijo de Fernando; falleció hace dos años, cuando apenas contaba con nueve, víctima de una enfermedad rara, que apenas afecta a dos personas al año en nuestro país. Sufría malformación vascular en la vena cerebral magna. Hace unos días, ángel hubiera cumplido 11 años.
Ahora, Llopis se encuentra embarcado en una misión que le llevará a ponerse en la línea de salida de la Transgrancanaria; por un lado, es una forma de recordar a su hijo, pero por otro lado, hay un objetivo que puede ayudar a salvar vidas: Fernando intentará recaudar el máximo dinero posible para poder comprar un secuenciador que permite agilizar el análisis de los genes para facilitar el diagnóstico de dolencias hereditarias o distintos tipos de cáncer.
Lo hará con la venta de pulseras, bolsas y camisetas, aunque también se puede colaborar desde la página web de su proyecto, que ha bautizado como Illumina-te, por lo que todo aquel interesado en contribuir, puede hacerlo sin necesidad de estar en la carrera.
ángel, la razón de Fernando para amar el deporte
Un hijo cambia la vida, pero en este caso, a Fernando se la cambió totalmente. Ya desde su nacimiento, ángel tuvo problemas de salud de tipo cardiaco. Casi recién nacido tuvo que ser sometido a una cirujía y Fernando, tal y como declara a Marca, hizo una promesa: «Me dije, si se salva corro el Maratón de Valencia. Yo, que dos años antes pesaba 103 kilos». Ambos pudieron cumplir sus objetivos.
Desde entonces, correr fue una de las herramientas que servían para que Fernando pudiera liberarse de todas estas situaciones que la vida le había puesto por delante, aunque la salud de su hijo era muy delicada; “No podía abrir los cromos de fútbol. Pero era fuerte. Aún recuerdo que a los 15 días cuando fue capaz de abrir un sobre, salí corriendo por el pasillo del hospital… ¡Cómo se valoran esas pequeñas cosas cuando la vida te pone a prueba! Nunca perdió la sonrisa”, recuerda Fernando a Marca.
Sin duda, una de las fechas más especiales para Fernando fue cuando pudo compartir línea de salida con su hijo; era una carrera de disfraces y, aunque la hicieron andando, pudieron acabarla juntos. Poco después, ángel perdió la batalla con la enfermedad y se iría para siempre.
En aquella carrera lució el dorsal 107, y desde entonces, siempre intenta competir con ese mismo número, que junto a una foto de su hijo le hace recordar por qué comenzó, y por qué sigue corriendo cada día.
Tras el fallecimiento de ángel, Fernando y un grupo de corredores cubrieron la distancia entre el hospital de Valancia y el de Madrid, unos 400 kilómetros. Con esta actividad recaudaron 12.000 euros para el estudio de las malformaciones vasculares.
En la Transgrancanaria también correrá con este número y con la foto de su hijo, pero también con algo especial. Y es que Fernando depositará unas pocas cenizas de su hijo en el recorrido de la carrera, ya que, según él, “en los ultras es cuando más cerca me siento de él”. Eso sí, en lo que al objetivo deportivo se refiere, Fernando no tiene dudas: “Acabaré. ángel me da fuerzas”.
