El ser humano sigue siendo muy mono, si atendemos a su genoma. Así lo determinó en 2005 una publicación en la revista Nature, en la que concluye que los chimpancés y las personas tenemos en común casi el 99% de nuestra secuencia básica del ADN. Pero entre esas diferencias encontramos que el gen CMAH, presente en todos los primates (entre otros muchos animales), se perdió parcialmente en los humanos hace entre 2 y 3 millones de años, por lo que se vuelve inactivo. Así lo identificó el biólogo de la Universidad de California en San Diego (UCSD), Ajit Varki, ya en 1998.
Hasta ahora, la variación de este gen -que permite la síntesis de un azúcar denominado Neu5Gc- había estado vinculada a un mayor riesgo de enfermedades como el cáncer, la distrofia muscular o algunos problemas de corazón. Sin embargo, tras dos décadas de investigación, el mismo equipo ha añadido otro efecto cuanto menos sorprendente: ha hecho a los humanos mejores corredores de largas distancias. “Irónicamente, la misma mutación que aumenta el riesgo de estas enfermedades nos da la capacidad de correr”, explica en OutsideOnline.com.
Según la publicación, llevada a cabo en Proceedings of the Royal Society B, la tesis se apoya en diferentes argumentos como la relación entre el gen CMAH y la masa muscular, o en el hecho de que la mutación se produjera en el mismo momento que el ser humano desarrolló unos pies más grandes o una red de glándulas sudoríparas. La certezas llegaron a partir de 2012, con la experimentación en animales.
Ayudado por el estudiante Jonathan Okerblom, separó a dos grupos de ratones, uno con el gen activo y otro inactivo. Les puso a correr, primero sobre una pequeña rueda conectada a un velocímetro y después en una cinta, y los resultados al cabo de 15 días fueron sorprendentes. El grupo con el CMAH inactivo mantenía el rendimiento durante más tiempo. La fisióloga Ellen Breen analizó las respuestas musculares de los ratones, encontrando una mayor resistencia a la fatiga, una mejor respiración y mayor capilaridad.
Este estudio es el primero en mostrar un vínculo directo entre este gen y la capacidad para correr, por lo que todavía quedan muchas interrogantes abiertas. Sin embargo, aporta interesante información y un camino sobre el que seguir investigando.
