Aún con los recuerdos en la retina, con un sinfín de imágenes y vivencias para recordar el resto de nuestras vidas, escribimos estas líneas desde el otro lado del macizo del Mont-Blanc (Monte Bianco en la parte italiana). Estoy en Courmayeur, a escasos 20 metros de uno de los puntos clave del UTMB Mont-Blanc, uno de esos lugares en los que las sentimientos del trail se viven a flor de piel: desde la ilusión de un objetivo que poco a poco se va alcanzando a la crudeza de la retirada, una agria sensación por la que tuvieron que pasar 838 corredores de la prueba reina (175 en este mismo punto)
Es evidente que Courmayeur es un punto de inflexión para cualquier participante de las estas perseguidas 100 millas. Al caer la noche al paso por Les Contamines, saben que su asistencia se encuentra allí esperándolos con la mayor de las ilusiones. La emoción embriaga este lugar durante los minutos que dura el paso de cada corredor. Si la fuerza le acompaña, deberá despedirse para regresar a la soledad en esa subida de casi 1.000 m que asciende al Refugio Bertone (donde el que escribe pasará la próxima noche). Si no, firmará con un DNF su capitulación a mitad de uno de los trazados más prestigiosos del planeta y se marchará para casa, apoyado por su suyos.
Pero, aunque abandonos hubo (muchos y sonados), esta edición del UTMB Mont-Blanc no la recordaremos por ello, sino por el espectáculo que nos dejaron algunos de los mejores corredores y corredoras del planeta, y por el papel que en todo ello han tenido «los nuestros». Y es que tras un 2021 más discreto, los españoles han vuelto a brillar en el Pays del Mont-Blanc, demostrando que el nivel altísimo de nuestro país que se encuentra en la cúspide del trail running internacional.
Las victorias de Sheila Avilés, Manuel Merillas y Kilian Jornet, los segundos puestos de Nuria Gil, Antonio Martinez y Claudia Tremps, demuestran que pese a los contratiempos federativos entre los cuales se encuentra inmerso nuestro país, el deportista y nuestro deporte sigue creciendo a un ritmo endiablado, gracias en mucha parte a las marcas que los soportan y, sobre todo, a la ambición y el buen hacer de su equipo personal. Obviamente, también de ellos mismos, resurgiendo y gestionando sus lesiones, vida personal y sacrificios infinitos para conseguir alzarse con dichos triunfos.
Imposible que no regresen a nuestra cabeza otras imágenes como la escapada de Jim Walmsley, con ese correr ágil y nada forzado a su paso por La Fouly. Increíble como con una cantidad de kilómetros en sus piernas podía correr parciales por debajo de 4 min/km y como, pasados unos kilómetros, sufría una grave crisis antes de tomar la bajada hacia el Col de la Forclaz donde pude fotografiarlo con una cara totalmente desfigurada.
También para el recuerdo la batalla femenina, con alternancias en el liderato entre Katie Schide y Marianne Hogan que parecían definitivas y después no lo eran tanto. Chapeaux para las dos, y por supuesto para la española Aroa Sio que terminó octava y, a pesar del sufrimiento vivido a lo largo de sus más de 27 horas en carrera, nunca perdió la sonrisa.
Al margen de la competición, hemos visto cómo la innovación continúa a pasos agigantados en un sector tan vivo como el del trail running. Dejando a un lado los numerosos y novedosos productos expuestos en la feria, es reseñable la gran cantidad de prototipos que fueron testados por corredores del más alto nivel mundial como Petter Engdahl, Jonathan Albon, Eleanor Davis o Katie Schide.
Pero no es oro todo lo que reluce. Sorprende que a estas alturas todavía no se conozcan los premios en metálico, si es que los hay, para aquellos que se han dejado tanto por ganar o subir al podio. Es algo injustificable para una organización con tantos recursos y repercusión mediática como esta. En esta línea, también hemos visto una organización más restrictiva, dificultando incluso los movimientos y la logística de profesionales que buscaban trabajar como venían haciéndolo hasta la fecha. Para otro debate dan los mejorables seguimientos de los coches de prensa, sin entrar en detalles de las numerosas críticas por el desigual tratamiento a corredores y corredoras.
Sin duda alguna, estamos ante un cambio de tendencia, no solo organizativa, si no también profesional por parte de la elite, que cada vez prepara la cita de manera más concienzuda, invirtiendo en todos los aspectos que pueden determinar su rendimiento allí: desde la verificación de los circuitos a los servicios contratados (medicina, fisioterapia, osteopatía, nutrición…) en los hoteles.
Y, aunque parezca algo del pasado, no podemos cerrar este repaso sin hablar del COVID. El seguimiento médico por parte del equipo de Kilian Jornet, así como su espectacular rendimiento a pesar del dolor muscular, ha sido de lo más comentado sobre el terreno. Sería muy interesante conocer cómo se comporta el cuerpo de un atleta de élite una vez pasado la infección.
Os dejamos con unas fotografías tomadas por José Álvarez y por mí en dicho evento para poder trasladar a vuestra retina ese recuerdo que perdurara entre nosotros para toda la vida.
Galería fotográfica de José Álvarez (@BlackCoffeeStudio)





















Galería fotográfica de Christian Alonso (@chris_alonso_urrea)



















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