Durante 16 días, son dos las carreras que se llevan todos los focos de atención en la vieja Europa. Con el Ultra Trail Mont Blanc ya disputado un fin de semana antes, estos dos carreras de ultradistancia se convierten en protagonistas a nivel continental y planetario, atrayendo a corredores de medio mundo a competir en sus circuitos.
En concreto, esta situación se vive entre el 1 y el 16 de septiembre; primero comienza la Gore-Tex Transalpine Run, algo más veterana que el Tor des Geants. Lleva disputándose siete ediciones y en esta octava no ha necesitado mucho tiempo para completar el cupo de participación máximo que la organización de la prueba se autoimpone. A falta de seis meses, no hay un solo hueco.
Y es que la Transalpine ofrece muchas cosas al corredor, sobre todo sensaciones; la sensación de recorrer Los Alpes, la sensación de atravesar tres países diferentes, de completar 320 kilómetros por algunos de los paisajes de montaña más bellos del mundo, y todo ello, disputándose por parejas y con el trazado dividido en etapas, lo que permite un disfrute mucho mayor de aquellas sensaciones, sobre todo para la gran mayoría de corredores que no acuden con el objetivo de ganar.
Durante siete jornadas, los participantes cubren una media de 40 kilómetros diarios hasta completar los 320 kilómetros y los 15.000 metros de desnivel positivo acumulado. Todo esto atrae a cerca de 500 participantes de hasta 32 diferentes países de todo el planeta. Y es que, para la edición de este año, se espera la participación de atletas procedentes de países tan lejanos como Japón, Malasia o Nueva Zelanda, aunque la gran mayoría acuden desde los países organizadores o vecinos, como Francia, España Italia o Alemania.
Una vez rematada la Gore-Tex Transalpine Run, coge el testigo el Tor des Geants, una carrera que este año ha conseguido llenar sus inscripciones en menos de media hora, una marca al alcance de muy pocas carreras en el mundo del trail running.
A pesar de compartir características con su “vecina”, el Tor des Geants se decanta por un formato de competición más duro, en el que el corredor es el que decide dónde, cuándo y por cuánto tiempo va a parar. La libertad de movimientos es total, lo que contrasta con la división en etapas de la Translapine.
A pesar de ello, los puntos de control especiales, llamados “Bases Vida” pueden ser usados para finalizar la participación y como metas intermedias. éstos dividen el trazado en siete segmentos, pero es el corredor el que decide si descansar o seguir adelante sin parar hasta el siguiente punto de descanso.
La distancia a recorrer es similar, ya que son 330 los kilómetros que hay que completar, apenas diez más que en su predecesora, pero la dureza del Tor des Geants se basa en la dureza de sus ascensiones. En la misma longitud, los participantes en el Tor des Geants deben enfrentarse a 24.000 metros de desnivel positivo por los 15.000 de la Transalpine.
Dos estilos, dos formatos, pero vidas paralelas. Las dos pruebas, prácticamente vecinas, conviven y se hacen grandes mutuamente, estando destinadas a corredores con diferentes características, con diferentes formas de ver la montaña, pero con una misma misión, disfrutar de lo que estas dos pruebas pueden ofrecer, que no es otra cosa que montaña en estado puro.
