El pasado domingo arrancó la 33ª edición del Marathon des Sables. 977 corredores tomaron la salida ante la prueba desértica por antonomasia. 6 días sobre las dunas del Sáhara, en la región de Ouarzazate, en los que recorrerán los 250 kilómetros de este ultratrail por etapas y en autosuficiencia alimentaria.
La competición arrancó con los favoritos cumpliendo con los pronósticos e imitando la historia del año anterior. Los marroquís dejaron hacer, dando espacio a europeos como Robert Merile que lideró la carrera durante los primeros kilómetros, pero después se olvidaron de las concesiones. Los hermanos Mohamed y Rachid El Morabity surcaron los indulgentes 30 km del estreno y cruzaron a la meta en ese orden, por delante de su compatriota Abdelkader El Mouaziz.
La situación se repitió en la segunda etapa disputada ayer, en la que Rachid decidió tomar el mando para abrir la primera brecha de 10 minutos sobre su hermano pequeño. En la general, Alex Fraguela en sexta posición es, de momento, el mejor español, mientras que el peruano Remigio Huaman es séptimo y el lituano Gediminas Grinius, una de las atracciones de esta edición, octavo.
Entre las mujeres, la rusa Natalia Sedykh está demostrando que quiere reeditar su victoria de 2016 pero se está encontrando con más dificultades de las previstas. Tras finalizar la primera etapa, en la que consiguió sacar una ventaja de algo más de 4 minutos sobre la estadounidense Magdalena Boulet, fue penalizada por no portar el silbato, parte del material obligatorio. Tal y como informó Ian Corless desde allí, el castigo ha sido de 1 hora, por lo que tendrá que exprimirse al máximo para contrarrestar la sanción.
En la segunda etapa, Sedykh volvió a ser la primera en meta, arrancando esta vez casi 9 minutos, y ya es quinta en la general. Por delante Boulet se mantiene líder, con 15 minutos de margen sobre la danesa Bouchra Eriksen y 26 sobre la británica Gemma Game.
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