No llaman a Oymyakon ‘the Pole of the Cold’ por casualidad, es la ciudad habitada más fría del planeta. En el nordeste de Yakutia, en Siberia, tiene el registro de la temperatura más baja en el Hemisferio Norte: -67,7°C. Hoy en día y, a pesar del cambio climático, las temperaturas de -60°C no son del todo infrecuentes y los locales se refieren a los -40° como un ambiente agradable en invierno.
Allí, en ‘el Polo del Frío’ se le ocurrió a Alexarder Krylov, propietario de la agencia local Turuu Tour Agency, organizar el pasado 5 de enero la primera edición de un maratón, acompañado de otras cuatro distancias más cortas: 5, 10, 20 y 30 km.
Aunque en un principio debían ser 19 los participantes, solo 16 se presentaron en la línea de salida, bajo una temperatura de -52°C. Todos eran de procedencia rusa, con edades comprendidas desde los 21 a los 71 años, y ninguno consiguió cruzar la línea de meta. Ilya Pesterev, líder de una aldea cercana, fue la persona que se quedó más cerca, a tan solo 3 km. Curiosamente cuando paró, tras 3h53’ de esfuerzo, la temperatura había ascendido hasta los -48°C. Anastasia Stepanova, madre de ocho hijos, fue la mujer que más avanzó, sumando 25 km.
Animado por la falta de un vencedor, el moldavo Dmitry Voloshin se presentó en Oymyakon nueve días después. Veterano del North Pole Marathon, de condiciones algo más suaves, llegó a completar 50 kilómetros fuera de carrera, con temperaturas todavía más frías que superaron los -60°C. “Ha sido terrible, había muy poco oxígeno”, explicaba al terminar con su mascarilla obstruida por el hielo, al tiempo que afirmaba que no volvería “a hacer algo así”.
Los que sí que volverán con una nueva edición son los organizadores, que han visto como la carrera ha tenido bastante repercusión en los medios y cómo algunos turistas de Australia, Taiwán, Japón o India se han acercado a ver la carrera en directo. “Atletas de todo el mundo, sois bienvenidos”.