Llegó el gran día. Tras meses de ilusión, preparación y muchos nervios, llegó a las montañas de Castellón una cita que será recordada como el mejor Campeonato del Mundo de Trail celebrado hasta la fecha. La cuarta edición de esta prueba, de 85 kilómetros y unos 5.000 metros de ascenso, fue una gran fiesta de un deporte que quiere dejar de ser catalogado como minoritario. O al menos en eso ha trabajado ITRA y Penyagolosa Trails, involucrando a instituciones y vecinos en un evento que ha conseguido sacudir la provincia levantina.
Luis Alberto Hernando llegaba como favorito y cumplió con los pronósticos. “Cada año hay más corredores y yo estoy más viejo”, reconocía el burgalés en una entrevista previa, aunque parece que el burgalés tiene un pacto firmado con el diablo. O tal vez que el ultratrail no se rija por los mismos parámetros que el resto de disciplinas deportivas. A sus 40 años y arropado por la afición, su carrera fue una demostración de fuerza incontestable, pero también una clase magistral de estrategia y de control emocional. Lo mismo que la del otro gran triunfador de la jornada, el gomero Cristofer Clemente, que supo pasar del frenético ritmo del inicio y hacer una carrera de menos a más, remontando a decenas de corredores en la segunda mitad del trazado.
La carrera empezaba como era previsible. Zach Miller impuso un ritmo suicida desde la salida en Castellón, al que se sumaban Tom Evans, Sylvain Court y Sébastian Spehler. Hernando controlaba desde atrás, afectado en un principio por problemas gástricos. La escuadra francesa mantenía posiciones en el top10, mientras que Pablo Villalobos y Pablo Villa se mantenían como los mejores españoles.
Pero desde el ecuador de la prueba cambió la dinámica. Muchos corredores pagaron el sobreesfuerzo del intenso inicio, especialmente el icónico Miller que era alcanzado por el burgalés en el avituallamiento de Vistabella (km 60). Por detrás, los franceses se deshacían mientras Tom Evans era el único que aguantaba el tirón, escoltado desde atrás por su compatriota Jon Albon. La sorpresa venía desde lejos, con un Cristofer Clemente que saltito a saltito iba tragando corredores como fichas de parchís.
Con los dos españoles en los primeros puestos, repitiendo el esquema dominador que les dio el oro colectivo el año pasado en Italia, se llegó a una meta abarrotada en Sant Joan de Penyagolosa.
8 horas, 38 minutos y 35 segundos para el burgalés, que firma un histórico tercer Campeonato del Mundo consecutivo. “He llegado completamente roto”, reconocía haciendo un esfuerzo para contestar a la pregunta del speaker.
Con 8h46m19s cruzó la meta Crístofer Clemente, que se deshizo en elogios hacia la persona que le ha arrebatado el oro individual en los dos últimos mundiales. Tercero fue Tom Evans, mientras que Jon Albon fue quinto y Mario Mendoza, sexto. Con 9h20m entró en la meta el tercer corredor español, Pablo Villa, que le hizo ganar a la selección el oro por equipos gracias a su 13ª plaza individual.
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