El Golden Trail Championship (GTC) ha sido una buena noticia. A pocos días del evento en las Azores, ante el letal avance de la pandemia a nivel global, cada vez más voces dudaban de su celebración. Pero siguió adelante, gracias a la determinación de su organización y a las numerosas medidas y medios destinados a prevenir contagios de COVID-19. La consecuencia: hemos disfrutado de la carrera con mayor nivel deportivo de este difícil 2020.
Ante la caída de los Mundiales de la WMRA y de la ISF, que curiosamente ambos se iban a celebrar en nuestras montañas, del UTMB, de las Copas del Mundo y del resto de pruebas de calado internacional, la propuesta de etapas de Salomon y Azores Trail Run ha devuelto el interés por la competición al más alto nivel, juntando a casi un centenar de élites. Se echó de menos, por supuesto, al mejor corredor de todos los tiempos, Kilian Jornet, que a buen seguro hubiera disfrutado sobre el barro de la isla Faial. También a muchos otros que por restricciones en los vuelos o por decisión propia se quedaron al margen.
En este sentido hay que recordar que una de las limitaciones del “Mundial Golden” es que no está organizado por una federación deportiva, sino por una marca, por lo que el desinterés en parte de los corredores (y de sus patrocinadores) es evidente y comprensible. Aun así, aunque los de las S coparon las primeras posiciones, hasta 5 hombres y 7 mujeres del top10 formaban parte de otros equipos.
Otro de los titulares que nos deja el GTC es la consolidación del formato por etapas, con una simbología basada en el ciclismo y sus maillots de colores (aunque en este caso fueron dorsales). La idea no era nueva en el mundo del trail -véase Ultra Sanabria-, pero desde luego nunca había tenido tanto empaque. Y el resultado ha superado todas las expectativas. Tanto, que el alma mater de la idea, Greg Vollet, ya ha compartido que aunque quieren seguir manteniendo las Golden Trail Series (GTS) tradicionales, prevén regresar a este formato cada dos años.
La clave, además del gran nivel de los participantes, ha estado en el interés generado por la propia evolución de la competición. Vuelcos en los primeros puestos de la clasificación, diferentes estrategias de los atletas, desgaste físico, golpes, lesiones y los diferentes premios por segmentos al ascenso, descenso y sprint han enriquecido la línea narrativa de la carrera convirtiéndola en un pequeño Tour de Francia del trail. ¿Os imagináis algo así pero durante 5, 10 o 21 etapas?
En clave deportiva
Ganaron dos atletas con perfiles muy distintos. Por un lado, Bart Przedwojewski, un joven corredor que si bien ya había demostrado su potencial (tiene dos podios en Zegama y ganó la final de las GTS 2018 en The Otter African Trail Run), ha añadido ahora su mayor trofeo. Por el otro, la todopoderosa Maude Mathys, posiblemente la mejor trailrunner del mundo en la actualidad en distancias cercanas al maratón (el año pasado rompió los récords de Sierre-Zinal y Pikes Peak). El primero hizo una preparación específica, estudiando todas las etapas y entrenando en los diferentes tipos de terreno que iba a encontrar. La segunda no empezó a entrenar en serio hasta 3 semanas antes de la carrera, cuando realmente se dio cuenta de que iba para delante. El polaco, de 27 años, trabaja en el servicio de rescate en montaña de los bomberos de su país. La suiza, de 33, disfruta de su segundo año como profesional, compaginando el deporte con su familia (tiene dos hijos).
Respecto a los españoles, acostumbrados a contar siempre con presencia más o menos numerosa en los top10 de las mejores carreras del mundo, en esta ocasión únicamente Oriol Cardona consiguió ese objetivo.Oihana Kortazar estuvo muy cerca, pero una caída en la última etapa le dejó fuera de combate cuando luchaba por entrar en el top5 de la general. Sí se coronó, pero en la modalidad de sprint, Gisela Carrión, y estuvo a punto de hacerlo también Andreu Blanes que además se vio afectado por un problema en el cronometraje cuando luchaba frente a Théo Detienne.
Por último, no quería dejar de analizar cómo se resolvió uno de los principales alicientes de la carrera: el botín de 100.000 euros en premios. Los ganadores se llevaron 6.500 por la general que en el caso de Maude ascendió hasta los 8.000 y de Bart hasta los 7.500 por acumular premios de etapa o de segmentos. Del 2º al 5º percibieron 5.000, mientras que del 6º al 10º, 2.500. Sorprende en este sentido que atletas especialistas, como por ejemplo la eslovena Ana Cufer, que finalizó la 35ª de las 44 mujeres participantes, viera reconocido su esfuerzo en mayor medida (3.000), que algunos muchos de los que lucharon por la general.
En definitiva, una gran competición internacional que ha resistido en estos tiempos convulsos, cumpliendo además con el espectáculo esperado y cuyo formato se consolida con las señas de identidad de las grandes vueltas ciclistas.