La decimoquinta edición de la Yukon Arctic Ultra (YAU) que concluyó ayer ha demostrado el por qué se hace llamar “la ultra más dura y fría del mundo”. El frío extremo convirtió el reto de estos inhóspitos territorios canadiense, que este año había anulado su distancia reina de 430 millas, en una completa agonía para la mayoría de los participantes. De hecho, de los 23 que se atrevieron a tomar la salida en las 300 millas, 16 abandonaron en el primer cuarto del recorrido. “Nunca hemos tenido un año como este y ahora mismo necesito tiempo para asimilarlo. Ha sido difícil para todos”, explicaba el director de carrera Robert Pollhammer.
Tan solo el sudafricano Jethro De Decker fue capaz de llegar a un final adelantado tras 6 días, 18 horas y 17 minutos de pura supervivencia. Lo dejó en Pelly Farm (milla 262), por delante de la canadiense Ilona Gyapay, que fue la segunda que más avanzó (230 millas) a lomos de sus esquís de fondo, y del italiano Roberto Zanda. “Mi chaqueta es un bloque de hielo y no tengo tiempo para secarlo. Todavía faltan cientos de kilómetros y puede ocurrir cualquier cosa. Paso la noche dentro del saco, aunque sin dormir para masajear los pies y que la sangre circule. Es un trabajo mental”, explicaba el sardo en las redes sociales antes de ser hospitalizado con graves congelaciones.
No fue el único, ni mucho menos, que padeció la crueldad del clima de Yukon, con unas temperaturas que llegaron a los 50 grados negativos y una fuerte humedad. Muchos otros corredores entraron en hipotermia y algunos de ellos sufrieron congelaciones severas que les dejarán secuelas permanentes. Posiblemente el caso más grave fue el del ex-marine británico Nick Griffiths, cuyo pie izquierdo está en riesgo de ser amputado.
Kike Trull, evacuado con hipotermia y sin comida
Entre los múltiples evacuados también estuvo el valenciano Enrique Trull Maravilla, que el segundo día, a 12 kilómetros del punto de control de Dog Grave Lake (milla 56), tuvo que ser rescatado tras sufrir una hipotermia. “Algo no funcionó bien la primera jornada y casi sin darme cuenta empapé la ropa y se congeló. Por la noche entré en hipotermia, aunque al día siguiente pude continuar. Mis esperanzas se esfumaron cuando vi que el hornillo no funcionaba por el frío. Para seguir, necesitaba recuperar energías, así que no me quedó más remedio que pulsar el botón”, nos explica ya regresado a España.
La evacuación duró 24 horas y no estuvo exenta de dificultades. Las motos de nieve no funcionaban bien con el frío, tampoco los dispositivos de GPS -motivo por el que la carrera se llegó a suspender la YAU en dos ocasiones-, y sufrió un accidente que por poco le “cuesta una pierna”. Al final, el arquitecto municipal de La Eliana llegó a su hotel en Whitehorse, el campo base de esta aventura, con algunas congelaciones en los pies y en un dedo de la mano que se suman a las ya sufridas en anteriores ediciones y en su pasado de alpinista.
Con la llegada de Jethro de Decker se cerró la edición más compleja de la Yukon Arctic Ultra, una carrera en la que es la naturaleza salvaje e inclemente la que marca los límites. Los corredores lo saben y es por ello que a pesar de los problemas, a veces desbordantes, la organización ha vuelto recibir elogios. Veremos si el año que viene vuelve a abrir su todavía más brutal propuesta de 430 millas.
Puedes ver los resultados completos de la Yukon Arctic Ultra 2018 aquí.